El adiós de negocios que no tienen relevo en Pontevedra

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Confiterías, tiendas de ropa o bares de toda la vida echaron el cierre en los últimos meses

31 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Jubilarse es para casi todos sinónimo de tranquilidad, de una vida más apacible en la que el reloj deja de moverse a contrarreloj y mide el tiempo sin horarios. Si ese paso de la vida laboral a la contemplativa supone bajar la verja de un negocio que se levantó con esfuerzo conlleva también una nostalgia difícil de explicar. Pontevedra ha visto estos últimos meses como negocios de toda la vida echan el cierre sin un relevo que pueda darles una nueva oportunidad. La tienda de máquinas de coser Singer, en Virxe do Camiño, vivió ayer ese cambio. Hoy ya no abrirá y Josefa González dará carpetazo a 38 años «cosiendo la vida» de los pontevedreses. Se jubila con la espinita clavada de no encontrar quien continúe con un oficio que le ha dado algún disgusto, pero en el que pesan más los buenos momentos.

Ni siquiera la pandemia le hizo daño, sino todo lo contrario. «No vives solo de vender hilos, aquí le damos otra vida a las máquinas de coser», explica González, que ayer despachaba los últimos encargos antes de cerrar la única tienda de Singer en la ciudad. «Estoy tranquila al pensar que empiezo otra etapa, pero si alguien se quedase con este negocio, mis clientas quedarían mejor. Alguna se ha interesado, pero tienes que tener un técnico para reparar las máquinas», apunta Josefa González, que ayer al mediodía buscaba a quién regalarle la planta que decora la entrada. Será de lo poco que quede en la que durante años fue su segunda casa, el bajo número 18 de Virxe do Camiño.

Y mientras Josefa echa el cierre, Fernando Landín comienza la cuenta atrás para dejar de hacer pasteles para su confitería. Piensa en la jubilación, mientras apura el trabajo en el obrador de San Andrés de Xeve, donde produce para su pastelería de Fray Juan Navarrete.

El 15 de mayo echará el cierre después de décadas levantándose a las cuatro de la madrugada para llenar cada mañana las estanterías de un negocio que montó después de trabajar durante años en Los Castellanos. «Me da pena, tienes sentimientos encontrados porque llevas toda la vida metido en esto, pero por otro lado, vas a empezar otra etapa», comenta Landín. Viajar está en sus planes. Pero sobre todo, está el poder salir de casa sin reloj, sin la obligación de tener la rutina marcada por los horarios. «A todo hay que ponerle una fecha. Voy a echar de menos el contacto con los clientes, es algo que me gusta muchos, pero tengo 65 años y mis hijos no van a continuar con el negocio», explica el alma de Confitería Landín.

La falta de relevo le obligará a echar el cierre. «De momento no tengo sucesión», afirma, pero no descarta que antes del 15 de mayo pueda haber algún candidatos. Esa fecha será la de su jubilación y el adiós a un equipo de ocho personas con el que trabajo mano a mano.

As Reixas y Paredes

La Confitería Landín y Singer son dos ejemplos de despedidas sin relevo, pero en los últimos meses hubo más. El vídeoclub San José se despidió con el 2022. Félix Yáñez llevaba 35 años recomendando películas y puso el 31 de diciembre del 2021 como la fecha de su adiós. En su familia no siguieron sus pasos y no hubo quien quisiera adentrarse en una aventura a la que las descargas ilegales hicieron demasiado daño.

Desde entonces, este local de la plaza de Galicia no ha vuelto a abrir. Félix fue un superviviente de un sector que llegó a tener 33 videoclubes en la ciudad. Cuando echó el cierre solo pensaba en estar un festivo o un domingo relajado junto a su familia. Mientras trabajaba tenía que levantarse para abrir cada día. No había descanso. Definía su negocio como «rentable y esclavo».

La tienda de ultramarinos El Cisne o el Quiosco Paredes se despidieron también recientemente. Este último se convirtió en un nuevo establecimiento de Panaderías Acuña. La familia Paredes cerró por jubilación en junio del 2020 dejando la incógnita de si las hijas de los propietarios reabrirían el negocio familiar. Finalmente, Acuña se cruzó en su camino y optó por abrir un despacho junto al local donde la panadería había dado sus primeros pasos hace 80 años. La lista de negocios con historia que dicen adiós es numerosa. Otros encontraron quien le llevase las riendas, pero otros han pasado a formar parte de la memoria de la ciudad. As Reixas es uno de ellos. Después de setenta años ando de beber a generaciones y generaciones de pontevedreses, cerró sus puertas casi igual que como las abrió, con la misma esencia. Sus propietarios se jubilaron sin relevo para despedir un negocio que pasó de padres a hijos. Las tertulias y los huevos con aceite y pimentón son ya una leyenda del pasado de Pontevedra.

La sastrería Valiño puede ser la última en subirse a esta lista de despedidas. Jesús Valiño lleva años anunciando su jubilación. Desde hace días un cartel destaca que «es la definitiva». El que fuera sastre de Torrente Ballester, Luis del Olmo o Tachenko ya bajó la verja de su local de la Oliva y dejó un número de teléfono para atender los encargos. Si volverá a abrir es una incógnita, como la de ver si muchos de estos negocios con historia encuentran nuevos emprendedores.