A pie de inmobiliaria: «Un inquilino pagó un año por adelantado para que le alquilasen el piso. Fueron 8.400 euros»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Dos de los socios de Pontevedra, una inmobiliaria que acaba de mudarse a la calle Peregrina.
Dos de los socios de Pontevedra, una inmobiliaria que acaba de mudarse a la calle Peregrina. Ramón Leiro

Tal y como cuentan las agencias en Pontevedra, los requisitos para alquilar se multiplican porque apenas hay oferta y rozan el surrealismo: «Ni niños ni mascotas»

22 ene 2025 . Actualizado a las 08:54 h.

Listas de espera y requisitos cada vez más exigentes. Eso es lo que se topan cada día los cientos de personas que buscan un piso para alquilar en prácticamente cualquier rincón de Galicia, incluso en las zonas rurales, pero especialmente en sitios como las Rías Baixas, donde la vivienda vacacional pega fuerte. El sálvese quien pueda se impone y en las inmobiliarias ruegan con una única voz: «Hay que parar esto, hay una tensión insoportable con el alquiler. La gente llega enfadadísima y desesperada porque no encuentra techo».

Hacer la prueba del algodón en Pontevedra es toparse con el mismo escenario en todas las inmobiliarias: tienen como mucho un piso en alquiler y porque están dándole tiempo al propietario para que elija entre las decenas de inquilinos que esperan por él. Las empresas ni siquiera se atreven a anunciar demasiado los inmuebles que sacan en alquiler porque se les colapsan las oficinas, los teléfonos y los correos y, además, se exponen a aguantar un chaparrón de enfados de los potenciales inquilinos que no resultan elegidos por el casero. No parece que la cosa vaya a cambiar a corto plazo. Todo al contrario, la implacable ley de la oferta y la demanda está campando a sus anchas y, ante semejante panorama, los propietarios cada vez exigen más requisitos. Algunos llegan a rozar el surrealismo, tal y como explica Marcos López, de Pontevende: «Alquilar está terrible, un casero hasta quería obligar al inquilino a acostarse temprano, antes de las diez de la noche, para evitar problemas de ruidos. Finalmente le convencimos de que no se podía poner la cláusula esa», cuenta. Y añade otra anécdota: «Un inquilino que venía de fuera y no podía aportar toda la documentación que le pedían llegó a pagar un año por adelantado para que le alquilasen el piso. Costaba 700 euros al mes, así que desembolsó 8.400 euros». 

«Me paso el día peleando»

López lleva muchos años en el mercado inmobiliario en Pontevedra, 32 concretamente. Dice que nunca vivió una situación así: «La tensión actual con el alquiler jamás se vio, nosotros tenemos a unas 300 personas en lista de espera para alquilar, es algo impresionante». Señala que hay propietarios razonables, pero que otros no lo son: «Me paso el día convenciendo a caseros de que no suban más los alquileres de pisos. En el caso de Pontevedra, por ejemplo, sacarle un rendimiento de 650 euros a un piso de dos habitaciones es razonable actualmente. Pero hay gente que viene y te dice que quiere pedir 850... Mis compañeros ya se ríen de mí porque yo me siento y negocio y negocio para que lo baje», señala entre risas. Dice que «quedan cuatro románticos que cuando les dices que es principio de año y pueden subir un poco la renta dicen que no, el resto sí quiere porque tal y como están las cosas sobran inquilinos».

Desde las inmobiliarias señalan que aunque hay muy pocos pisos en alquiler ellos hacen discriminación. Es decir, no aceptan todos los inmuebles que les ofrecen los caseros. ¿Por qué? «Porque algunos son pocilgas y eso no puede ponerse en el mercado. Si el propietario se niega a rehabilitarlo no lo cogemos», señala Marcos López. Y Javier Tovar, con una inmobiliaria con su mismo nombre, se pronuncia en el mismo sentido: «No cogemos todos los pisos que nos entran, discriminamos bastante porque hay inmuebles que no cumplen las condiciones mínimas».

En la oficina de Javier Tovar también se cuentan por decenas las personas que tienen en lista de espera para alquilar un inmueble para vivir. «El desequilibrio de la oferta y la demanda es terrible y eso hace que los propietarios cada vez sean más exigentes», señala Tovar. Coincide con los demás agentes en que cada vez es más complejo que les alquilen casas a personas con mascotas o incluso con niños. «No se aceptan bien los niños, esa es una realidad», indica López.

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En otra de las inmobiliarias más céntricas de Pontevedra, en Pedrosa, hablan en términos muy similares y dicen que cada vez que sacan un piso en alquiler se les satura el correo. «Tenemos muy poquita cosa, si entra algo para alquilar enseguida se ocupa, es cuestión de horas».

¿Qué pasa con los precios? Algunas inmobiliarias dicen que siguen subiendo y otras que se están estabilizando un poco. Aunque es difícil generalizar, porque todo depende de las condiciones del inmueble, por un apartamento de dos habitaciones se están pagando unos 650 euros al mes. Y por un piso que tenga tres cuartos se desembolsan desde 750 a 900 euros mensuales.

¿Hay impagos? Las inmobiliarias aseguran que no, en parte porque se contratan seguros para ello y en parte porque los inquilinos no quieren exponerse a quedarse sin el piso una vez que lo han conseguido. «Los impagos son ceros», dice Marcos López.