La rebaja de un tercio en la tasa de veladores demuestra falta de empatía del gobierno municipal de Pontevedra con la hostelería en un año tan duro marcado por la pandemia

09 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La rebaja en la tasa de veladores que va a poner al cobro el Concello es, en términos absolutos, una minucia. Resulta clamoroso que sobre un presupuesto municipal de 79 millones de euros para 2020, únicamente sea capaz de menguar los ingresos que aguarda obtener de los establecimientos de hostelería por ocupación de vía pública en tan solo… ¡65.000 euros!

Estamos hablando de un 31,5 %, es decir, disminuir un tercio la recaudación de un impuesto municipal por el que se aguardaba meter en caja este año 210.000 euros, que no es uno de los ingresos principales a los que tuviera que renunciar la hacienda local.

Semejante rebaja raya la cicatería por mucho que la decisión se pretenda explicar en la duración del estado de alarma y en los porcentajes de utilización que tuvieron las terrazas durante los meses transcurridos. Que, por cierto, para quien lo haya obviado, las terrazas de cafeterías, bares y restaurantes siguen y seguirán trabajando con un aforo del 80 %, según obligan los protocolos actuales anti-covid, siempre que no experimentemos en Pontevedra retrocesos como el que obliga a nuevas limitaciones en A Coruña y su cinturón urbano desde ayer.

Comparaciones

El caso de Pontevedra, con una reducción tan raquítica, entra en colisión con el enfoque de otros concellos del entorno, con mucha menor capacidad presupuestaria, que sin embargo han decidido rebajar la presión fiscal a este sector.

Vilagarcía, Marín y Sanxenxo no cobraran tasa alguna de veladores a sus respectivas hostelerías locales para darles un poco de oxígeno económico. En este caso, las comparaciones resultan irritantes.

Tristemente, esa posibilidad no ha sido siquiera contemplada por el gobierno municipal bipartito de Pontevedra, donde la existencia de dos sensibilidades a este respecto, ha quedado ahogada por la mayoría del sector nacionalista sobre el minoritario socialista.

La falta de empatía que muestra en general el gobierno municipal - salvo alguna honrosa excepción - para con el sector de la hostelería local podría explicarse por la práctica ausencia de sensibilidad empresarial entre sus componentes, pues la mayoría son funcionarios públicos. Pero al menos cabría esperar de algunos de ellos después de tantos años, que hubieran desarrollado cierta capacidad para sintonizar con las necesidades de los administrados. Máxime en un momento tan especial.

Aunque solo fuera que hubieran aprendido a valorar que el «modelo de cidade» ha tenido en la hostelería un aliado excepcional que contribuye a dar color y ambiente a las calles y plazas, invirtiendo en mejorar sus locales para adaptar la oferta y atraer una demanda. Generando empleo, movimiento económico en la ciudad y pagando impuestos.

¿Dónde está Lores?

Encargarle a nuestro reconocidísimo Pepe Solla que diera ayer el pregón, está muy bien. Es un guiño. Pero el sector necesita una mayor complicidad de la institución municipal.

En este punto quiero hacer una observación sobre el papel de Miguel Anxo Fernández Lores. He notado al alcalde bastante perdido por momentos; lento de reflejos y, a veces, a merced de las dinámicas de otros durante esta crisis. En un momento dado, que pareció tomar las riendas, prometió una rebaja «substancial» de la tasa de veladores y llegó a decir (rueda de prensa del 24 de abril) «seremos magnánimos neste sentido porque non é unha taxa grande». En esa misma comparecencia, el regidor tampoco descartó minorar la presión fiscal en otros conceptos reclamados como las tasas de basuras, agua, saneamiento, mercados…

Más de tres meses después, los hechos hablan. Las peticiones fueron desoídas. El Concello solo se transó por otorgar la moratoria fiscal que propició el estado de alarma.

De modo que el gobierno municipal muestra un doble discurso. Niega mayores rebajas fiscales a la hostelería y comercio locales, pero presume de salud económica y remanentes de tesorería, alrededor de 19 millones de euros. Esos a los que le quiere echar mano el Gobierno de la Nación con la anuencia de Abel Caballero, quien como presidente de la FEMP pacta con Pedro Sánchez un horror, como consideran todos los demás alcaldes de España - creo que incluso muchos del PSOE -.

Semana «mini»

Las perspectivas para el comercio, hostelería y turismo de la ciudad son pesimistas. Pesa la amenaza permanente de los rebrotes, como han padecido la Mariña lucense y ahora el área metropolitana coruñesa. Y se pierden aliados como la Semana Grande de las Fiestas de la Peregrina.

Lo que ayer ha empezado es más una «semana mini» pues los protocolos anti-covid han pulverizado los eventos que movilizaban a miles de personas. La prohibición de acontecimientos multitudinarios, la supresión de las atracciones, la suspensión de los toros, la Batalla de Flores, incluso el baile de la Peregrina, merman muy considerablemente la recaudación de cientos de autónomos y empresas.

El esfuerzo de la concelleira de Fiestas y su equipo de mantener cierto pulso de animación en la ciudad mediante mini conciertos y otros espectáculos repartidos por barrios, es plausible. Pero este Pontevedra Vívese, inyecta dinero en el sector cultural local, pero está muy lejos de dinamizar en toda la ciudad, lo que se conseguía en una sola jornada de la Semana Grande.