La Administración autonómica realiza análisis semanales del recurso pesquero en Ons Pesca señala que el fuel no ha perjudicado la supervivencia de las poblaciones
10 jun 2003 . Actualizado a las 07:00 h.?a población de percebes de las islas atlánticas ha sobrevivido al impacto de la marea negra del Prestige, pero sus efectos en el ecosistema impiden que la Consellería de Pesca se aventure a dar una fecha para la apertura de la campaña de este marisco en Ons y Onza. Las consecuencias de los hidrocarburos aromáticos policíclicos en grandes cantidades en el agua de sus costas y la peculiar biología del percebe son las razones de este retraso en la vuelta a la normalidad de la única especie cuya comercialización no se ha recuperado en los pósitos de la ría. El biólogo José Molares, del Cenro de Investigacións Mariñas, dependiente de la Consellería de Pesca, precisó que el percebe elimina de su organismo los hidrocarburos de una forma muchísimo más lenta que los vertebrados. Estas sustancias permanecen en ellos durante meses. Como comparación, Molares explicó que los vertebrados y los peces consiguen suprimir estos hidrocarburos en pocos días. Vigilancia permanente «Los vertebrados no acumulamos estas sustancias porque nuestro sistema las destruye, pero en invertebrados como los percebes saber el tiempo exacto cuando van a desaparecer estas altas concentraciones es algo muy difícil», aseguró. Mientras estos niveles de PH no se reduzcan y estén por debajo de los máximos permitidos por las autoridades sanitarias, no se autorizará la reanudación de la actividad extractiva. La Consellería ha realizado análisis sistemáticos del recurso percebeiro en las islas atlánticas desde la llegada de la marea negra. El chapapote no afectó a las poblaciones de estos animales de forma directa, porque los percebes viven en la zona intermareal baja y en espacios muy batidos. El fuel sí impactó de lleno en otras cotas del litoral. Sin embargo, la presencia de tanto chapapote en el mar tuvo como consecuencia que las partículas de hidrocarburo, traídas y llevadas por las olas, afectaron de forma indirecta a las poblaciones de estos animales que, aunque no murieron, acumularon estas sustancias. La mejilla -la cría de mejillón- afrontó en las islas una situación diferente. Viven en niveles de roca más expuestos al chapapote y sus poblaciones sí se resintieron por mortandad a causa del fuel.