La vida que da el comercio

María Doallo Freire
María Doallo EL LATIDO DE LA CIUDAD

OURENSE

AGOSTIÑO IGLESIAS

La importancia de las personas que hacen posible la actividad comercial en Ourense, una comida en el Nova y la noche de los Goya

11 feb 2022 . Actualizado a las 19:42 h.

El otro día estuve en una tienda de bricolaje (y de todo), que se está convirtiendo en una habitación supletoria de mi nueva casa, porque paso más tiempo allí que en ella. Ese y Zara Home, ID Showroom o Brioenflor son algunos de los establecimientos que no paro de visitar en las últimas semanas. Y tengo que admitir que mi vida es mucho más fácil gracias a la ayuda, la paciencia y el cariño con el que trabajan sus empleados. Mientras estaba allí, agobiada y bastante perdida, porque el sitio es básicamente enorme, uno de los trabajadores me tendió su ayuda con una reluciente sonrisa dibujada en los ojos. Me ayudó a poner tres vistos en mi lista de cosas pendientes en el piso —cada semana se suma alguna nueva «necesidad imperial»—. Lo hizo rápido, fácil y sin perder la alegría. Creo que esto es lo que más valoro del comercio de nuestra ciudad: la cercanía. De eso mismo hablaba hace unos días con algunas de las asociadas de Comercio Vivo Ourense, que han puesto en marcha una campaña para fomentar las compras locales de cara a San Valentín y regalan Satisfayers a las clientas más afortunadas —va por sorteo—. Comentábamos la tranquilidad que garantiza comprarle el ramito de flores a Ángela, el sofá a Thais o las uvas y la leche a Óscar, en el pequeño colmado que acaba de abrir debajo de mi nueva casa. A mí me da seguridad porque sé que si algo no va como me esperaba, tiene solución. Pero es que además, la propia adquisición, sea por necesidad o por vicio, se me hace una experiencia mucho más amena, humana e instructiva. Me encanta que me aconsejen y que me enseñen aspectos de su trabajo que yo desconocía por completo; que me ahorren la búsqueda en Google y que aún encima apliquen la empatía. Da igual que sean Bea y Marta de Utopía o Lola y Chus de Zara. Cualquier negocio que esté arraigado a las calles de esta ciudad se encarga, sin pretenderlo, de darle vida, de hacerla dinámica y también bonita, activa y alegre. Fue la pandemia la que me sacudió de golpe con la idea de que la actividad comercial se podía parar y eché tanto de menos a la gente que la hace posible que ahora no puedo más que devolverles el favor de estar cada día haciendo cuentas para seguir ahí, al pie del cañón, con sus sueños, en forma de pequeños negocios, en marcha.

Lo mismo me pasó con la hostelería y la restauración. Pero no voy a retroceder a ese pasado porque tenemos un presente optimista y no hay planteamiento que me guste más. Por eso quiero contaros que hace una semana estuve celebrando en Nova con mi mejor amiga. No tengo muy claro qué celebrábamos. Creo que el finde, el invierno con sol, mi mudanza, su nuevo proyecto profesional, que ya está de vuelta en Ourense... muchas cosas. Nos pusimos en las mejores manos y la verdad es que el resultado fue perfecto. Disfrutamos como niñas los domingos en casa de la abuela. Hubo mucho pescadito, mucha trufa negra, huevo a baja temperatura, carne en su punto exacto y una original tarta de queso de caerse la baba. Luego me fui al cine a ver Los ojos de Tammy Faye y salí dándole vueltas a por qué Jessica Chastain todavía no tiene un Oscar. A este lado del charco, esta noche son los Goya y me voy a repetir: quiero que Chechu Salgado traiga uno a Ourense.