Huele a Ceibe en el salón

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

Miguel Villar

Lydia del Olmo y Xosé Magalhaes llevan las elaboraciones de su restaurante a la casa de los ourensanos

22 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿A qué huele Ceibe? Lydia del Olmo y Xosé Magalhaes, alma y corazón del restaurante situado en la calle San Miguel, responden que «a hogar, a Galicia, a cultura y a tradición». La realidad es que huele a la abuela del pueblo cocinando durante horas, con un toque de exóticas gastronomías y buena música. Huele a plena libertad creativa y a diversión, pero también a trabajo exhaustivo. Y todos esos olores son los que ahora esta pareja de chefs ha querido trasladar a las casas de los ourensanos en forma de comida, claro. Lo han hecho a través de la versión para llevar de su restaurante, A túa casa cheira a Ceibe. La pusieron en marcha con el cierre de la hostelería en noviembre, tres meses después de abrir las puertas de Ceibe en la capital, y la acaban de volver a lanzar en vista de las últimas restricciones que les impiden trabajar en el interior del local. «Nace da necesidade de seguir currando. Intentamos achegar á xente o que facemos xa que a nosa casa está pechada. Tamén é unha forma de manter a simbiose cos provedores, parte fundamental de este proxecto», explica Xosé. Y es que es algo temporal, una forma de reinventarse y de sobrevivir a las restricciones por la pandemia.

En el comedor elaboran menús degustación, capaces de evocar momentos y de provocar emociones en las personas que se sientan a sus mesas. Es algo así como una fiesta organizada por Xosé y Lydia. La versión para llevar conlleva una parte emocionante y es que permite al comensal escoger los platos que más le gusten. La carta tiene ocho opciones fijas. «Son lo que más triunfó y también alguna locura nueva que hemos creado», dice Lydia, sin poder ocultar las chiribitas en los ojos. Está pensando en los «canciños», unos perritos calientes en un pan de brioche salado elaborado con masa ourensana La Pinsa de Nico. Llevan salchicha, boloñesa de kimchi —una fermentación de vegetales, en su caso, a base de repollo y nabo—, emulsión de huevo frito, queso rallado y algunas sorpresas más. Es una explosión de sabor y «unha gochada», tal y como apunta Xosé. «Eu cando pido comida para casa quero quedarme farto no sofá. Coidamos moitísimo a calidade pero non esquecemos a cantidade», afirma. «Hemos intentado adaptar nuestra forma de cocinar a este formato. El resultado es comida más informal, con laque llegar a más personas. Por eso queremos que vengan ellos mismos a recogerla, para conocerles y explicarles qué van a comer», añade Lydia.

Hacen ramen, lasaña de galo celta, costilla a baja temperatura, mollete de lacón, albóndigas con curri rojo y también empanadillas. Estas últimas las tienen de su versión de kimchi o de espinacas. El postre está coronado por una tarta de queso casi mágica, de esas con el interior poco cuajado y que se comen templadas. Todo rebosa mimo e ilusión, técnica y mucha implicación. Se puede pedir de jueves a domingo y cada finde añaden dos platos fuera de carta. «De culler e para entrar en calor», dice Xosé. Este tocan morros guisados y lentejas tikka masala. ¡Qué bien huele a Ceibe en el salón!