Aquí sí hay quien viva, aquí sí

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Desde hace más de diez años, los vecinos  de la calle José Gil 4 y 6 comparten algo más que el recibo de la comunidad

23 dic 2017 . Actualizado a las 19:20 h.

Está el ATS, el guardia civil y el carpintero. Pero tambien el Foguetero, el Chispas y el Armadanzas. En la comunidad de vecinos José Gil 4 y 6, en el barrio ourensano de Barrocás, pasan cosas que, como ellos mismos explican en su página de Facebook: «si te lo cuentan, no te lo crees. Somos únicos en el mundo». Hace algo más de doce años que llegaron a estas viviendas sus primeros inquilinos y desde entonces la complicidad entre ellos ha sido máxima. Tanto, que en lugar de discutir por derramas, usurpación de zonas comunes, subida de recibos de la calefacción o ruidos en el edificio, se reúnen siempre que pueden para compartir comidas, partidos de fútbol o para tirar fuegos de artificio. «Cuando llegamos éramos todos más o menos de la misma edad. Enseguida nos llevamos bien. Yo venía desde Pontevedra», explica Manuel Rodríguez Feijoo, del 4º B. Él, dicen los vecinos, fue el «armadanzas» de lo que ahora es la envidia de todo un barrio. Ya sea en el patio común o en el garaje, hay citas que son fijas para estos vecinos: celebran el magosto, el san Juan, los carnavales y siempre cae una paella en el mes de junio. Además, si juega la selección o hay algún partido importante, pues el Chispas saca al patio la electricidad, el Armadanzas coloca una televisión y en menos de media hora se colocan sillas y mesas para compartir tanto las derrotas como las victorias del equipo patrio. Y nunca, nunca, faltan los fuegos de artificio. De eso se ocupa Carlos García, del 6º A. «Tiramos pocos, pero no pueden faltar», afirma entre risas. «Lo que hace esta comunidad no hay nadie que lo haga. Cada uno aporta lo que puede», señala Carlos. Y con el paso del tiempo ya tienen una serie de infraestructuras que han comprado entre todos como bancos, mesas, ollas o una paella. «Aquí no discutimos nada. Si uno dice que ha visto algo que nos sirve pues damos el visto bueno, no hacen falta reuniones. Es más, casi siempre tenemos superávit, nos apañamos muy bien», señala Carlos, que añade que como en la comunidad son muy manitas, muchas veces aparece cualquiera con un nuevo artilugio que sirve para los encuentros, como el artefacto para asar castañas que alguien ideó a partir de una chapa de aluminio. «Normalmente nos juntamos unas cuarenta personas, aunque siempre hay alguien que falta. A veces llegamos a ser setenta. Solo vamos los vecinos, pero cada uno puede traer a algún amigo de invitado», dice Manuel Rodríguez. Y, en más de una ocasión, los vecinos de otros bloques les han propuesto la posibilidad de ampliar las fiestas al barrio. «Pero eso es demasiado», afirma.

Las comidas suelen durar horas y horas, por eso siempre llega el momento de los fuegos de artificio nocturnos. Uno de los momentos que más gusta a los niños de la comunidad, que son muchos. «Incluso mucha gente de otras viviendas sale al balcón para verlos», afirma orgulloso Carlos García. Celebraron el magosto y ya está lista la próxima cita, que será un cocido en carnavales. Una fecha que ya está apuntada en el calendario común para que se pueda organizar con tiempo. Pero antes se felicitarán las fiestas. «Normalmente el día 23 o 24 llamamos a todos los timbres y bajamos al portal, abrimos una botella de champán y brindamos», explica Carlos que subraya que no se iría por nada del mundo de José Gil. Cree que sería muy difícil encontrar otra comunidad igual: «Yo ya no me cuestiono moverme de aquí», subraya. De momento, en esta comunidad ourensana sí hay quien viva. Y muy bien.