En la era del vídeo social, el texto tiene presente y futuro. La terrible deriva de Twitter, en manos de un propietario genial, excéntrico, atrabiliario y, por momentos, antiliberal, Elon Musk, ha abierto un filón.
Cientos de millones de usuarios (muchos de ellos gente bien informada) buscan un lugar en el que comentar lo que está pasando y compartir sus puntos de vista de forma breve e ingeniosa. Es una red esencial, aunque en ella también habitan una horda de troles y una legión de bots que enturbian el debate, amplifican el efecto masa enfurecida y realizan cazas de brujas. Ellos ya estaban ahí antes de que entrara, como elefante en una cacharrería, el fundador de Tesla, pero ahora pesan más. Y favorecen la deserción de usuarios interesantes. ¿A dónde pueden ir? Hasta la fecha no había muchas opciones. Ahora llega Zuckerberg, dueño de Facebook, WhatsApp e Instagram, y presenta Threads, una aplicación similar a Twitter que ya ha sido bautizada como «la asesina» de la red del pájaro azul. ¿Podrá desbancarla? Es pronto para decirlo, pero conviene recordar que los gigantes de internet son difíciles de matar (ahí sigue Yahoo!). Y que nuestro ecosistema digital es similar al mercado de refrescos: cada año llegan nuevos productos atractivos, pero básicamente seguimos bebiendo lo mismo de siempre.