Café con leche y mascarilla

Jesús Flores Lojo
jesús flores ES LO QUE HAY

OPINIÓN

04 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Te sientas en una terraza, tú solo, a tres metros de otras mesas y te tomas el café con la mascarilla arriba y abajo entre sorbo y sorbo. En medio de esta operación que, según la ministra Darias, «ha venido para quedarse» recibes un mensaje de WhatsApp y comienzas a responderlo. Mejor mirar para el teléfono que para esa cristalera del bar repleta de carteles de prohibido esto, prohibido lo otro. Disfrutar de un café es ahora más complicado que cruzar un campo de minas. Entonces aparece una nerviosísima camarera que te espeta: «¡Oiga, súbase la mascarilla!». Glups, has pisado una mina sin quererlo, así que pides disculpas, te subes el tapabocas y sigues con tu café de 1,40 euros, tu vergüenza y tu móvil. Por si acaso, repasas la cartelería: no, no esta prohibido manipular el teléfono aunque haya no convivientes cerca. ¡Cualquiera sabe!

 Al rato se deja caer por allí otro empleado que conoces y te pone en antecedentes: «Hoy ya se han pasado cuatro veces por aquí los de la municipal; se plantan en medio de la terraza y comienzan a fijar la vista en los clientes», te cuenta antes de compartir una reflexión: «La gente viene aquí a relajarse, nos están volviendo locos a nosotros y a vosotros».

Y no le falta razón: mientras leemos que el ritmo de vacunación ha sufrido otro frenazo, vamos normalizando el hecho de tomar el café en los bares como las vacas en los abrevaderos, de consultar con aire rutinario en la lista de restricciones si podemos entrar en Sanxenxo o salir de Beade; de escandalizarnos -no sin razón- ante la en otros tiempos inocente noticia de un concierto con cinco mil personas en Barcelona. En definitiva, de aceptar que las relaciones sociales sean una actividad seudodelictiva, casi al nivel de las visitas culturales de los franceses a Madrid que nos muestra la tele entre Rociito y Rociito. Ya lo avisaba hace unos días en La Voz la catedrática de ética Adela Cortina: «Somos muy obedientes y manipulables».

Así que la próxima vez ese café te lo acabas tomando en casa. ¿Fatiga pandémica?: Qué va. Así te da tiempo a hacer la compra antes de que, con esto del toque de queda, una marabunta se apodere del súper a última hora.