La creatividad territorial

OPINIÓN

CSIC

04 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Las innovaciones son bastante fáciles de organizarlas, de estimularlas, de canalizarlas y de planificarlas. Sin embargo, la creatividad resulta más difícil, pues es más imprevisible. Es preciso reunir y conjuntar ciertas condiciones y requisitos para su emergencia y logro. Por ejemplo, entre dichas exigencias se encuentran el ambiente, las situaciones, las relaciones, los equipos, la tolerancia y la estimulación intelectual. En los últimos años diversos economistas y políticos han venido resaltando que son los países que impulsan y fomentan la creatividad quienes más avanzan en sus niveles de desarrollo y quienes poseen una mayor capacidad de resiliencia. En consecuencia, sería aconsejable apostar por convertir un territorio en un espacio creativo.

Proponemos seis tesis para crear dichas condiciones idóneas y factibles de cara a fomentar e incrementar la creatividad. En primer término, la creatividad está correlacionada con aquellas áreas geográficas en las que la cultura básica es alta. Es decir, el disponer de cultura general constituye uno de los trampolines para estimular la creatividad. A partir de ahí, las personas creativas practican varias reglas: se asocian al objeto de poder encontrar lugares comunes en los que plantear opiniones sobre los problemas, ideas o cuestiones diarias; sobre cómo cuestionar lo que se opina y poder comentar con otros actores las coyunturas o tendencias; sobre cómo experimentar los prototipos o experiencias pilotos, ya sea nacionales o internacionales; y cómo poder multiplicar las redes a fin de poder resetear y vincular proyectos propios o diferentes.

En segundo lugar, la creatividad está relacionada con la tolerancia. O sea, posee un fuerte compromiso con la diversidad, situándose en el epicentro de los lugares de encuentro. Subraya la libertad y, por tanto, la inexistencia de barreras administrativas, con lo que se incentiva un pilotaje en un nuevo marco de actuación en el que se puedan asegurar, garantizar y movilizar las prácticas innovadoras. En tercer lugar, la creatividad está asociada a la cultura, a la socialización y a la emulación. Basada en las tradiciones y en las costumbres de las poblaciones se busca encontrar lo atractivo, como la suma de factores preexistentes para poder conseguir y facilitar la innovación. Por eso, se dice que un territorio creativo es un ecosistema complejo y auto-poético en donde cohabitan desde las manifestaciones vivas hasta los lugares emblemáticos.

La cuarta proposición es que un territorio creativo ha de ser capaz de transformar la creatividad en una innovación generadora de valor añadido. Significa producir actividades en términos valor, de empleo, de bienestar y de riqueza para sus habitantes. No importa el lugar, ni la meteorología, sino las convenciones para poder lograr ser creativo. Tanto los poderes públicos como las instituciones privadas tienen mucho que decir y de asumir sus responsabilidades. En quinto lugar, un territorio debe atraer talento y debe ser generoso con los creativos. Esto es, debe poner a disposición de la sociedad bibliotecas, museos, galerías, lugares de encuentro y de debate, universidades. Se debe facilitar la presencia de business angels y de gestores para transformar las ideas originales en proyectos innovadores. En suma, se trata de crear una atmósfera de libertad y de tolerancia, en donde se concentren los creadores potenciales y el talento. Finalmente, la sexta idea es aquella en el que el territorio creativo sea un espacio abierto, que absorba ideas, influencias, técnicas y culturas venidas del mundo entero, y que se plasmen en nuevas innovaciones.

Hace unos días, la Unión Europea acaba de publicar el Índice de Competitividad Regional, y sitúa a Galicia en un puesto bastante retrasado tanto en la innovación (puesto 185 de las 263 regiones europeas) como en lo tocante en el gasto en Innovación y Desarrollo (un escaso 0,88 % del PIB, muy por debajo de las regiones avanzadas). Es evidente, por tanto, que una cosa es la teoría y otra la práctica. Esperemos, pues, ser más audaces y menos inhibidos.