El liderazgo francés

OPINIÓN

16 mar 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

NO, NO SON los Estados Unidos los que van a favorecer la construcción de una Unión Europea fuerte y vigorosa. Nunca han deseado tal cosa ni la han visto con buenos ojos. Es Francia, con su exceso de chovinismo y su déficit de sentimiento igualitario, la que va a tirar del carro, ayudada por Alemania y demás socios, y con la progresiva incorporación de los nuevos miembros. Porque la Unión Europea, a pesar del espectáculo de división al que asistimos, es una realidad imparable y fecunda, creciente, progresiva y progresista, y define un espacio incomparable de desarrollo, de libertad y de cultura. Pero Francia no es perfecta ni siquiera cuando dedica todas sus energías a orquestar un «no a la guerra» como un pedestal sobre el que elevar a la Unión Europea, así convertida en un polo de referencia inexcusable en el mundo; un «no a la guerra» contaminado de intereses de toda clase y sin embargo más puro que el de muchos otros países que no tienen ningún interés directo en el conflicto de Oriente Medio. Pertenezco al grupo de los que hemos venido criticando a Francia, no evidentemente por su valerosa y decidida actitud antibélica, sino por el oportunismo, e incluso por el cinismo, de algunas de sus manifestaciones. Su posición de menoscabo del vínculo trasatlántico, desdeñando el diálogo con EE.?UU., amenazando con el veto en la ONU y reafirmándose en una actitud de clara confrontación y de desafío (así lo perciben en EE.?UU. y en el Reino Unido), ha sido cuando menos poco amistosa. La habitual seducción francesa, en la que tan brillante es su diplomacia, se ha dirigido esta vez hacia los países dispuestos a plantarle cara a los americanos. Era una opción. Y, al adoptarla, Francia se ha puesto al frente de quienes defienden el derecho internacional y un mundo multipolar. Probablemente pagará esa osadía. Pero, antes o después, logrará que las aguas de la construcción europea vuelvan a pasar bajo sus puentes. Son las ventajas e inconvenientes de tener en la UE a un país tan díscolo e incorregible, tan «pacifista».