Las sorpresas del ministro Escrivá

María Bastida

MERCADOS

José Luis Escrivá interviene en el Congreso
José Luis Escrivá interviene en el Congreso Eduardo Parra | EUROPAPRESS

24 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La sorpresa de la semana, o del mes, la ha protagonizado el ministro Escrivá, abogando por una recentralización fiscal para evitar que las autonomías compitan entre sí en los márgenes -escasos- que les permite el modelo de fiscal actual. Escrivá ha cogido la maleta, y ha revelado que el modelo a seguir es el australiano. Ahí es nada.

Sorprende la alusión por cuanto a nuestros políticos les gusta especialmente la Eurozona cuando quieren establecer comparaciones. Sorprende, también, porque hasta la fecha poco habíamos oído hablar de Australia, con permiso de los canguros y la barrera de coral. Y sorprende, sobre todo, porque proponer una recentralización de-lo-que-sea solo se lo habíamos escuchado a una fuerza política, y desde luego no es la que ha situado a Escrivá en su ministerio.

Evidentemente, tanta originalidad debe tener explicación. En estas semanas asistimos a dos propuestas de sendas comunidades autónomas en relación con actuaciones en su marco de competencia fiscal, ambas gobernadas por el Partido Popular. Para contrarrestar el mensaje, había dos opciones: la de siempre -el estribillo de toda canción electoral que se precie, el PP quiere bajar impuestos a los ricos para destruir el Estado de Bienestar-, y la original, órdago a la grande y miremos para Australia. Esta vez no valía el comodín habitual, el de la Eurozona. Porque entonces, mientras se atiza con la bonificación del impuesto de patrimonio, habría que explicar que esa es precisamente la dirección que toman los principales países europeos. Y para repetir que tenemos una carga fiscal aparentemente baja, tendrían que referir los salarios medios y coste de vida de nuestros vecinos, o que quien en realidad está dinamizando eficazmente la economía es Irlanda, campeón de la carga fiscal a la ciudadanía… por la cola. Si ya lo decía Einstein, en el fondo, todo es relativo.

Claro que, de ir al meollo del asunto, tendrían que reconocer que la propuesta de Moreno Bonilla de deflactar los tramos más bajos del IRPF no es bajar impuestos, sino evitar que suban. Es más, lo hace únicamente en aquellos tramos de renta inferiores a 40.000€, lo que significa que todos y cada uno de los contribuyentes con rentas superiores a esa cantidad sufrirán un incremento impositivo equivalente a la subida de la inflación. Ayudar a quienes menos tienen y subir a los más favorecidos, socialdemocracia de toda la vida. Tendrían que reconocer, entonces, que la medida no es tan mala. Como no lo era la rebaja del IVA del gas, la del impuesto de electricidad, o la repercusión de un impuesto sobre los beneficios de las eléctricas, no sobre la facturación. No hacía falta que la UE nos tirase de la oreja una vez más, solo había que escuchar lo que otros estaban advirtiendo.

Pero como todo esto supondría darle la razón al PP, y ya son muchas para una legislatura, ponemos a una legión de pobres voluntaristas a escudriñar un marco fiscal que nos sirva para justificar lo que toca en el orden del día. Podía ser Australia, Pernambuco, las Quimbambas o el orbe sideral. Cualquier cosa antes que decir que la propuesta andaluza es positiva. Que supone aliviar el efecto de la inflación en el bolsillo de los ciudadanos, que implica subir impuestos a quienes aparentemente más tienen, y que significa que el Gobierno, primer y principal beneficiario de los “beneficios caídos del cielo” en la recaudación, devuelva una parte de esas alegrías a quienes de verdad lo necesitan.

Con todo, lo que de verdad molesta no es solo la propuesta de centralización fiscal, sino que encima dice que es tal decisión es una cuestión técnica y no política. Pues va a ser que no. Si uno quiere quitar la autonomía fiscal de las comunidades para decidir unilateralmente subir y bajar impuestos sin que los gobiernos autonómicos rechisten, que lo diga claramente. Y, además, que reaccione cuando lo proponen todos, empezando por el País Vasco, que acumula un punto y medio más de deflactación que la propuesta andaluza o madrileña. Pero eso, de técnico, tiene solo una cosa: el uso de los conocimientos de quien lo cuenta para engañarnos a todos los demás. O al menos, intentarlo.

María Bastida es profesora de Economía de la USC.