El atormentado padre de Primark

Mercedes Mora REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

Arthur Ryan fallecía hace unos días en su Dublin natal tras una vida marcada por la discreción y una tragedia personal

21 jul 2019 . Actualizado a las 05:08 h.

Vivía aterrado ante la idea de un posible secuestro. Atrincherado en su casa -más bien fortaleza- de la capital irlandesa. Apenas si pisaba la calle. Y si lo hacía, era envuelto en un enjambre de guardaespaldas. Y hasta disfrazado, dicen. De una manera diferente cada vez que se veía obligado a salir.

Ese miedo lo arrastraba Arthur Ryan (Dublín, 18 de julio de 1935 ? 8 de julio del 2019), el fundador del imperio Primark, de los tiempos en los que los terroristas del IRA raptaban empresarios para financiar su actividad. Nunca lo abandonó. Como tampoco el pesar por la muerte en accidente de uno de sus cinco hijos (de dos matrimonios), Barry, de 51 años. En el 2015. Se ahogó intentando salvar a su hijo de 21 años, Barry Davis, y a la novia de este, Niamh O’Connor, de 20. A ella la arrastró una ola cuando los sorprendió una tormenta mientras paseaban por unos acantilados en la costa oeste de Cork. Barry se lanzó a las frías aguas para intentar auxiliarla, y su padre fue detrás. Fallecieron los tres. El cadáver del hijo del patriarca de Primark no apareció hasta diez días después, a pesar lo intenso y amplio del operativo de rescate.

Un drama familiar que dejó una profunda huella en quien está considerado el padre de la moda low cost, y colocó a la familia bajo los focos, de los que tanto habían huido.

 Porque Ryan, fallecido hace algo menos de dos semanas en su Dublín natal a punto de cumplir los 84 años y justo el año en que Primark cumple medio siglo, era un hombre reservado. Hasta casi rayar la enfermedad. Apenas conocido públicamente fuera de Irlanda, nunca concedía entrevistas. Resulta difícil encontrar imágenes recientes de él y ni siquiera se sabe a ciencia cierta a cuánto asciende su fortuna. Ni si realmente nació en el año que dice que nació. Así de bien supo blindar su vida privada. Y eso que estuvo casado, en segundas nupcias, con la cantante Alma Carroll, tercera en Eurovisión en 1977. Con ella tuvo a su hija Jess. Y con su primera esposa, a sus otros cuatro vástagos. Hijo de un empleado de una compañía de seguros y un ama de casa, pronto supieron todos que lo suyo eran los negocios. Aquello de emprender lo llevaba bien adentro. Tanto, que antes de los 30 ya había fundado Penneys, el germen del gigante que es hoy Primark, con 372 tiendas repartidas por 12 países y más de 75.000 empleados.

Lo hizo bajo el auspicio del gigante británico Associated British Foods (ABF), propiedad de la familia Weston y dueña de la cadena textil, que lo había contratado a finales de los sesenta, cuando él ejercía de sastre, para potenciar sus negocios en esa isla.

Juntos cambiaron, quién sabe si para siempre, la forma de consumir moda. Acababa de nacer el prêt-à-porter, y al joven Ryan se le ocurrió que había que llevar esa idea aún más lejos, con una cadena de tiendas en la que la gente pudiese encontrar las últimas tendencias, actualizando el género casi constantemente, y que, además, vendiera a precios bajos. Todo un visionario. Y la fórmula funcionó. ¡Vaya si lo hizo! La primera tienda Penneys abrió sus puertas en la céntrica Mary Street de Dublín, en 1969. Menos de un año después ya había cuatro locales repartidos por la capital dublinesa. El salto al Reino Unido llegó pronto. En 1973. Y en el 2005, pagaron 450 millones de euros por 120 tiendas de la cadena Littlewoods y cambiaron el nombre de Penneys por el de Primark para evitar acabar en los tribunales litigando con la estadounidense J. C. Penney.

Estuvo al timón hasta el 2009, cuando dejó la primera línea ejecutiva, aunque se mantuvo como presidente. No dejó, sin embargo, de visitar las tiendas para comprobar in situ que las cosas marchaban como él quería. Siempre de incógnito, eso sí. Como siempre quiso vivir.

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