Crece la inversión que las compañías destinan a concursos para fidelizar clientes. Facebook es el caladero perfecto, y el juego que genera auténticos adictos es el Trivial
18 mar 2019 . Actualizado a las 08:04 h.Empezaron siendo 50.000 pesetas que 34 años y un cambio de moneda después se han convertido en 2.000 euros contantes y sonantes con los que sueñan a diario miles de españoles. Un dinero asegurado al mes (del que Hacienda, claro, se llevará un buen pellizco) que con el abanico de empleos precarios que peinan el país no es nada desdeñable. Por eso, lo que consiguió el sueldo Nescafé fue una estrategia de márketing sin precedentes que fidelizó a miles de clientes y que obtuvo rápidamente una réplica en el terreno de los lácteos. Aquel momento, ahora vintage, en el que familias enteras acumulaban tapas de yogures, para enviarlas a un lejano domicilio postal y entrar en el sorteo de un coche, era mirado con recelo por sectores que nada tenían que ver con la alimentación. Pese a que las ventas de estas marcas crecían sin parar.
Dando un enorme salto temporal, la actualidad refleja una situación completamente diferente, en la que no tienen cabida prejuicios o esnobismos. Más bien todo lo contrario. Mientras el hecho de realizar concursos y sorteos era tildado hace lustros de mediocre por muchos ámbitos, ahora resulta que con la consagración de las redes sociales como herramienta indiscutible de captación de clientes, hasta los más conservadores tienen sus propios juegos para asegurarse el tan ansiado engagement. Y en Galicia, las compañías que utilizan, y a veces abusan, de estas estrategias, no dejan de crecer.
Como revela Silvia Esteve, del departamento de desarrollo de negocio de Easypromos, una compañía especializada en adaptar concursos y sorteos a la imagen de marca de cada empresa, en la esquina noroeste peninsular «la inversión en sorteos en social media creció un 18 % el año pasado con respecto al 2017, en la línea de la inversión media en España, que creció un 20 %». Y añade que el 75 % de estos planes de comunicación se implantan en Facebook. Seguidos de Instagram, que acumula un 30 % de los concursos de las marcas; aunque, eso sí, incrementando el porcentaje cada año con respecto a la red social de Mark Zuckerberg.
Para la experta, este nuevo caladero de usuarios es fundamental para ganar seguidores y como método de captación de datos de clientes, el verdadero petróleo en la era digital. «Son estrategias muy poco intrusivas si se comparan con métodos publicitarios más antiguos que implicaban llamar al potencial cliente, por ejemplo», y añade: «Ahora bien, tenemos muchos clientes que nos contactan con la idea de hacer sorteos gratis, sin inversión, y eso es una pérdida de tiempo. Hay que estudiar cuál es tu público objetivo y hacer un mínimo gasto, pero así ya será de lo más rentable».
Tantear el terreno
Como explica Esteve, una encuesta es especialmente interesante para una marca que se plantea lanzar al mercado un nuevo producto. Lo hace con frecuencia una popular compañía aérea preguntando a sus usuarios, que entran en golosos sorteos si participan, cuánto saben de un país donde previsiblemente la aerolínea prevé expandir el negocio. Un trivial, por su parte, tan de moda ahora tras el éxito de Q12, «funciona muy bien con sectores que no tienen contacto directo con el consumidor final porque es una manera interesante de explicar lo que hacen. Además, este tipo de concursos, efectivamente, están teniendo mucho tirón, así que estamos intentando explotarlos donde puedan encajar», comenta.
Parte de su trabajo es, de hecho, que campos áridos en nuevas estrategias de márketing digital comiencen a cambiar su filosofía empresarial. «Hace cinco años la banca era totalmente reacia a estar en las redes y ahora el social banking está a la orden del día. Pasaba lo mismo con las aseguradoras, pero ya han dado el cambio y usan todas las herramientas que, saben, les van a beneficiar», explica.
Asociar un concurso a la imagen que quiera proyectar una marca es ya indispensable; por supuesto también en tierras de Breogán, donde ciertos sentimientos están más que arraigados. Es por eso que Queixo Tetilla, por ejemplo, tuvo a bien explotar la morriña para fidelizar clientes con un concurso que, sin un coste elevado, causó auténtica sensación. Lo explica Elisardo de la Cruz, director creativo de Empatía Comunicación, la compañía naronesa que se encargó en el 2017 de preparar su campaña de márketing. «En este caso particular nos interesaba posicionar la marca del queso gallego por antonomasia, ¿y qué hay más gallego que la morriña? Así que aprovechamos la época navideña para lanzar un concurso cuyo premio era reunir a una persona que viviese en otro país con sus seres queridos gallegos; así, una emigrante brasileña pudo pasar unos días con su familia de Pontedeume».
Para este experto, las redes sociales son el canal idóneo para que la comunicación entre una compañía y su público pase a ser bidireccional. «La marca también se expone, por lo que puede resultar más cercana para los usuarios, y la empresa también recibe un feedback que no encuentra fácilmente en vías tradicionales de publicidad». De este modo, solo en Facebook, con esta campaña Queixo Tetilla consiguió más de 1.300.000 interacciones, «con un coste por impacto mínimo», añade De la Cruz.
Un premio que vaya acorde
Sin embargo, no todo el monte es orégano por mucho que Instagram, Twitter y Facebook faciliten, a priori, la comunicación de las marcas a través de inmaculados concursos. «La calidad, en relación a los usuarios, es mucho más importante que la cantidad, y a muchas compañías les cuesta ver esto. Y para saber que un usuario es de calidad es importante crear acciones que impliquen un esfuerzo por su parte, por ejemplo, un registro, o que mencionen a amigos en un post. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que el premio que se le dé a una persona que ha dedicado un tiempo extra en formar parte de nuestro equipo tiene que ir acorde», comenta Silvia Esteve. Y apunta: «Pasa lo mismo con las encuestas, llevan su tiempo, así que a cambio no puedes ofrecer entrar en el sorteo de una taza».