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Científicos vigueses auguran más conflictos de cuotas por el cambio de los «stocks» por el calentamiento

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

MARCOS CREO

Casi dos tercios de las especies del mar del Norte han sufrido cambios de latitud o profundidad en menos de 25 años

20 jun 2018 . Actualizado a las 16:25 h.

Ya nadie alberga dudas de que el cambio climático está afectando al medio marino, cuyos habitantes tienen tres opciones: adaptarse a la nueva situación, moverse o extinguirse. Los que eligen desplazarse son el eje de estudio del grupo de investigación Future Ocean Lab de la Universidad de Vigo, que dirige Elena Ojea, y que ha constatado que la modificación del clima «está causando una redistribución significativa a nivel mundial». «Al igual que hay animales terrestres que ascienden la montaña para escapar de los pastos sofocantes, muchos peces descienden buscando aguas frías o se desplazan a latitudes más cercanas a los polos», señala en un artículo Alba Aguión, investigadora del grupo. Tal es así que casi dos tercios de las especies del mar del Norte han sufrido cambios de latitud o profundidad en menos de 25 años. 

De esos desplazamientos hay perjudicados y beneficiados. Entre los primeros, los que viven de la pesca en aguas del ecuador. Entre los segundos, los del mar del Norte, donde la irrupción de lubinas y salmonetes ha creado nuevas oportunidades para el sector.

Claro que esa nueva distribución tendrá un efecto colateral, como es «el incremento de conflictos a la hora de repartir las cuotas entre países», explica Aguión, que alude a la guerra que Islandia y las Feroe abrieron con Noruega y los países de la UE al autoasignarse más cupo de xarda, cada vez más abundante en sus aguas. Lo cierto es que la redistribución de los stocks va a reducir la eficacia de aquellas herramientas de gestión diseñadas sin tener en cuenta el cambio climático y amenaza con dejar sin sentido las áreas marinas protegidas si las especies la abandonan para mudarse a zonas frías. 

Adaptación de flotas

Así, el grupo vigués apunta que no solo es necesario realizar estudios biofísicos sobre la presente y futura relocalización de los stocks, sino que es necesario investigar los posibles mecanismos y medidas de adaptación que las flotas y gobiernos puedan realizar para hacer frente a los efectos ya palpables del cambio climático en los océanos.