Me tocan la moral

María Campo

LUGO

11 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay muchas cosas que me tocan la moral. La hipocresía creciente del mundo en el que vivimos me saca de quicio. Estoy harta de la burda manipulación de los políticos, que juegan conscientemente con nuestras necesidades y deseos con la arbitraria intención de sacar rendimiento electoral.

Me molesta profundamente verles la cara con una sonrisa perenne enmarcada tras el eslogan del partido, otorgando graciosamente aquello que por legitimidad nos pertenece. Me indigna que aprovechen los fines de semana para, de paso que viven a visitar su pueblo, aparecer en todos los medios de comunicación vendiendo autopistas hacia el cielo.

Y, como estamos tan cansados de ser los últimos y los más ninguneados, agradecemos como agua de mayo lo que en justicia nos corresponde.

Se nos han hecho tantas promesas que la simple expectativa de ver cumplida alguna, nos llena de un regocijo que perdona cualquier tipo de iniquidad. No entiendo el borrón y cuenta nueva que aplicamos con los que antaño fueron príncipes destronados y a los que ahora coronamos como reyes del fomento. Mecenas de esta tierra a la que el único mérito que le han concedido es ser patria del político de turno que se siente dadivoso con el dinero que es de todos.

Me duele que encima pensemos que no nos podemos quejar. Que creamos que tenemos que mostrar una sumisa gratitud ahora que somos nosotros los tocados por la varita mágica de las infraestructuras, las mismas que otros han estado disfrutando desde hace años bajo el idéntico criterio erróneo de los que sólo compensan a su patria. Quiero el puente, y autovías. Quiero la A6 arreglada. Y quiero el AVE. Y, a ser posible, quiero que no me toquen tanto las narices.