La FDA actualiza sus criterios y propone que el agua o la fruta sean al fin considerados 'saludables' en Estados Unidos

La Voz de la Salud

VIDA SALUDABLE

El agua, los aguacates o el salmón pasarían a ser elementos saludables de una dieta para la FDA.
El agua, los aguacates o el salmón pasarían a ser elementos saludables de una dieta para la FDA. La Voz de la Salud

La agencia estadounidense propone actualizar su sistema de clasificación de alimentos que actualmente excluye a frutas como el aguacate o el salmón, pero incluye a los cereales azucarados

11 oct 2022 . Actualizado a las 20:44 h.

Estados Unidos tiene un grave problema con su alimentación. En el año 2020 el país marcó un nuevo récord de población obesa, que se alzó hasta el 42,4 % según datos del informe State of Obesity: Better Policies for a Healthier America, publicado por Trust for America's Health (TFAH). Por exponerlo de la manera más cristalina posible: de cada diez estadounidenses, más de cuatro son obesos. La tasa se ha incrementado un 26 % desde el 2008. Dos años después de estos datos, la FDA (Food and Drugs Administration), agencia estatal norteamericana que regula el uso de medicamentos y alimentación, ha decidido mover ficha. Algo hay que hacer ante un problema de salud pública de primer orden. Y las decisiones de la FDA son importantes, dentro y fuera de sus fronteras, ya que suelen ser seguidas con atención por otras agencias —como la europea— que acostumbran a seguir sus pasos. 

Ante un problema de tal calado, lo que propone Estados Unidos es una reconceptualización total sobre lo que es sano y lo que no lo es. El país se guiaba por una definición de saludable establecida en el año 1994 que se había quedado obsoleta. Esta regla de los noventa no tenía en cuenta los límites de grasas, grasas saturadas, colesterol o sodio. La nueva propuesta cambia estas limitaciones, además de fijar márgenes que contemplen , al menos, un 10 % de la pauta diaria recomendada para los siguientes nutrientes: vitamina A, vitamina C, calcio, hierro, proteína y fibra.

¿Qué supondrá esto en la práctica? Que productos que hasta ahora eran considerados 'saludables' dejarán de serlo. Y viceversa, alimentos que no eran considerados sanos, con la nueva propuesta de la FDA pasarán el filtro. Entre los que serán desterrados de lo sano están, por ejemplo, el pan blanco o los cereales azucarados, presentes en los desayunos y cenas de miles de niños; por contra, el salmón, los huevos, los revueltos de frutos secos o el aceite de oliva sí encajarán dentro de este nuevo marco. 

Un nuevo etiquetado: el agua será por fin considerada como sana

Bajo los avances científicos de la nutrición establecidos en el siglo XXI, Estados Unidos elaboró una guía para mejorar la alimentación de su población de cara al horizonte del año 2025. Este documento, llamado Dietary Guidelines for Americans, 2020-2025 y que cuenta con versión en español, marca nuevas claves que descansan sobre la importancia de un uso correcto de los patrones y grupos alimenticios priorizando el tipo de grasas que consumimos en nuestra dieta por encima del total de grasas consumidas, así como de la cantidad total de sal y azúcares añadidos.

Las preocupaciones de la FDA

  • Un 75 % de los estadounidenses mantiene patrones alimenticios bajos en vegetales, frutas y lácteos
  • Un 63 % de la población norteamericana excede los límites de azúcares añadidos
  • Un 77 % de los habitantes de Estados Unidos exceden el límite recomendado de grasas saturadas
  • El 90 % de los estadounidenses está por encima del umbral de riesgo de enfermedad crónica por su consumo de sal

En base a los nuevos criterios, la fruta cruda pasará a ser considerada automáticamente como saludable «debido a su perfil de nutrientes y su contribución positiva a una dieta saludable en general». Puede parecer que esto cae de cajón, pero la realidad es que bajo el actual marco, alimentos como el aguacate se quedaban fuera de los criterios de salubridad por su alto contenido en grasas. Las verduras también se clasificarán automáticamente como productos saludables. Otro ejemplo de producto que, según la FDA, será ahora saludable y que antes no lo era es el agua. También abandonarán el lado oscuro las nueces, las semillas, el pescado de alto contenido en grasa como el salmón y algunos aceites como el de oliva. Por contra, abandonan la zona segura el plan blanco, los yogures altamente edulcorados y los cereales extra azucarados.

Todos estos cambios se traducirán en un nuevo etiquetado, útil para que el consumidor se haga una idea del producto que va a adquirir, pero que en cualquier caso tendría carácter voluntario. Un símbolo con la palabra 'healthy' (saludable, en inglés) acompañará a los productos que pasen el filtro. O al menos esa es la idea en la que se lleva trabajando en la agencia estatal desde el año 2016. La FDA llegó a abrir una vía de comunicación con la población, que podía enviar comentarios e ideas de cara a nuevos criterios de clasificación y en el 2017 realizaron una reunión pública para discutir sobre el uso del término 'saludable' en el etiquetado de alimentos. 

Si bien es cierto que la voluntariedad de incluir este etiquetado podría parecer una medida tibia, desde la FDA creen que «los símbolos pueden ser particularmente útiles para aquellas personas con conocimientos de nutrición más bajos». Se busca un distintivo para ayudar a identificar los alimentos que pueden ser la base de un patrón de alimentación saludable para una población con alarmantes problemas de sobrepeso y, por ende, con alto riesgo de enfermedades cerebrovasculares o cáncer. 

Un complemento para una larga lista de advertencias

Llegue o no a aterrizar esta nueva clasificación en Europa, debe recordarse que hoy en día en su supermercado más cercano los productos alimenticios ya cuentan con mucha información nutricional impresa en los envases. Existen etiquetas frontales —que, bajo las reglas del márketing, suelen ser las más engañosas como señaló en su día a La Voz de la Salud la bioquímica y bióloga molecular especializada en nutrición Inés del Arenal—, traseras y laterales. 

El listado de ingredientes es una de las herramientas que tenemos los consumidores para saber qué nos echamos a la boca. Letra pequeña que presenta sus componentes en orden decreciente. «El primero es el más abundante, y los últimos los que se encuentran en menor cantidad», explicaba Del Arenal. Como la mayoría de compradores no somos expertos en nutrición, resulta útil ese popular truco para identificar alimentos poco saludables que consiste en no llenar nuestro carro de preparaciones que cuenten con más de cinco ingredientes. En cualquier caja podremos encontrarnos también la tabla nutricional del producto que aporta información sobre el valor energético del mismo (las calorías), pero también, y mucho más importante, su procecencia, o reclamos como el famoso «sin conservantes ni colorantes».

Aunque quizás nada genere tanta polémica como el Nutriscore, esa clasificación en forma de semáforo que clasifica la salubridad de los alimentos. La regla es sencilla y muy visual: verde, bueno; rojo, malo. Un sistema menos tajante que la etiqueta de 'saludable' que propone la FDA. No obstante, este semáforo europeo está bajo el foco de las críticas de manera constante. El problema principal es que resulta una tarea hercúlea fijar un criterio común que sirva para clasificar si algo es 'bueno' o 'malo'. «Ahora mismo no hay ningún sistema de etiquetado frontal de alimentos que sea universalmente aceptado. Cada país va incorporando el que le parece bien. En nuestro entorno, en la Unión Europea, parece que se quiere imponer el Nutriscore, pero está recibiendo grandes críticas», nos explicaba Javier Sánchez Perona, investigador en nutrición en esta entrevista

«De lo que no tenemos mucha evidencia, más allá de algunas modelizaciones de computadora, es de los efectos que tendría esto en las prevalencias de sobrepeso y obesidad. Por lo tanto, la evidencia que tenemos es muy limitada, y los resultados de los estudios muchas veces son contradictorios. Hay algunos que dicen que Nutriscore es eficaz, otros que dicen que un sistema de octógonos es más eficaz. Y, generalmente, son estos dos los que están recibiendo mejores resultados. Uno de los problemas que tenemos es el diseño de los estudios, porque, como los distintos sistemas de etiquetado frontal no son iguales, no atienden a los mismos conceptos, en función de los diseños que se realicen darán resultados favorables para unos o para otros. Así que todavía nos falta información», asegura la FDA.