Un conflicto que se libra con estrategias de comunicación

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Shealah Craighead / White House / d | Europa Press

La guerra no interesa ni a EE. UU. ni a Irán, pero ambos quieren que la opinión pública los vea como vencedores

10 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Oriente Medio es un polvorín incluso desde antes de que el Reino Unido, el imperio ruso y Francia colocaran por primera vez un pie en tierras de la antigua Persia. Desde entonces, la historia de esta estratégica zona ha estado plagada de capítulos en los que los juegos de alianzas han ido tejiendo un mapa geopolítico enfocado a controlar la explotación del petróleo y las rutas de transporte marítimo. El último de esos capítulos comenzó hace unos días con el asesinato del general Qasem Soleimani en el aeropuerto de Bagdad durante un ataque con aviones no tripulados norteamericanos y la posterior represalia iraní al arremeter con misiles contra dos bases militares norteamericanas en Irak.

Aunque algunos auguraron que los cimientos de la economía mundial podrían comenzar a tambalearse en el caso de una escalada de tensión en Oriente Medio, la comparecencia de anteayer de Trump calmó las aguas. Porque según analistas como Eduard Soler, investigador del CIDOB de Barcelona y coordinador científico de Menara, un proyecto europeo sobre cambios geopolíticos en Oriente Medio y el Norte de África, el conflicto entre EE.UU. e Irán «parece estarse librando más con la lógica de una estudiada estrategia de comunicación que la de un conflicto armado». Porque en el fondo a ninguno de los dos países le interesa sacar las armas.

¿Qué buscan Trump y el régimen de Alí Jamenéi?

Son como dos gallos de corral sacando pecho. Y que se vea. Pero no quieren cruzar la línea roja. La prueba es que no ha habido víctimas en los ataques a las bases norteamericanas en Irak o que anteayer Trump se limitó a anunciar un endurecimiento de las sanciones económicas, pero no nuevas acciones militares. Como comenta Soler, lo que trata cada uno de ellos es de mostrarse vencedor ante la opinión pública de sus respectivos países, ocultando cualquier atisbo de vulnerabilidad que pueda hacer perder las elecciones al primero o acabar con el régimen en un estado que linda con Afganistán e Irak y que recientemente se ha visto expuesto a una ola de protestas que pedían un cambio y que lo han hecho vulnerable.

¿Qué puede ocurrir ahora?

En Oriente Medio nunca se sabe, pero para Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto El Cano, «lo más probable es que lleguemos a una fase de estancamiento con picos de tensión que se produzcan de forma periódica». En este sentido, apunta que la situación es asimétrica entre los dos estados «porque los intereses dependen mucho de la capacidad de aguante de cada uno». Además, matiza que mientras Trump escala en su presión económica, «la respuesta iraní es elevar de modo progresivo la tensión en el ámbito diplomático, avanzar hacia la nuclearización de sus armas y, periódicamente, realizar alguna intervención a través de terceros o con ataques directos».

¿Ha puesto Trump la pelota en el tejado de la OTAN?

Un artículo publicado por David E. Sanger en The New York Times sugería que las contradicciones de Trump en relación al conflicto en Oriente Medio y a la presencia de las tropas estadounidenses en la zona respondían a una estrategia, un juego cuyas cartas desveló anteayer. Lo hizo cuando trató de implicar a la OTAN en la defensa de la zona. «Parece que pretende pasarle el marrón a la OTAN y que sus aliados en la zona asuman parte de los costes de la defensa», entiende Soler. El problema, como explicaba Sanger en su artículo, es que los principales miembros de la OTAN creen que fue Trump quien eligió pelearse con Irán al deshacer el acuerdo nuclear alcanzado por Obama. Pero además no tienen la capacidad militar de Estados Unidos.

¿Qué papel tiene Europa?

Su capacidad de influencia es muy limitada. Tanto que, como explica Félix Arteaga, «Trump ha forzado la salida de todas las empresas europeas y lo ha hecho sin contrapartidas. La UE no cuenta en la zona, solo para los efectos negativos».