Los gallegos también están divididos

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Luis Crujeiras, trabajador portuario; Michelle Mirón, traductora; Pilar Alonso, jubilada y Manuel Mayo, restaurador, son emigrantes gallegos en EE.UU.
Luis Crujeiras, trabajador portuario; Michelle Mirón, traductora; Pilar Alonso, jubilada y Manuel Mayo, restaurador, son emigrantes gallegos en EE.UU.

Mientras que unos consideran que los republicanos se resentirán, otros no lo ven fácil para los demócratas

04 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia tiene mucho que decir en las legislativas de Estados Unidos. En la ciudad de Newark (Nueva Jersey) reside la comunidad de gallegos más importante del país, en el barrio conocido como Little Galicia, muy cerca de New Providence. Allí vive Luis Crujeiras. Este gallego natural de Carreira (Ribeira) llegó al país de las oportunidades en 1984.

A sus 57 años, Crujeiras ha sido testigo de la gestión de siete presidentes y confiesa que nunca tuvo tanto trabajo como ahora. No tiene dudas de que estos comicios serán un referendo sobre la gestión de Donald Trump y, aunque «os republicanos non o van a ter fácil», cree que saldrán vencedores. «Nunca houbo tanto traballo, e ademais baixou o imposto da renda do 33 ao 26%», dice a La Voz. Trabajador portuario y maquetista de barcos en su tiempo libre, Luis cuenta que su empresa experimentó en el último año un incremento de producción del 40 %. «A xente está contenta porque ten cartos no peto. O problema é que Trump é moi maleducado», añade tras quejarse de su retórica agresiva y faltas de respeto a las mujeres. 

Muchos cambios

El estilo del magnate es precisamente una de las causas de la actual polarización, según el presidente de Casa Galicia en Nueva York, Manuel Mayo: «Creo que esa prepotencia va a influir para que mucha gente vote demócrata». Restaurador de profesión, Manuel desembarcó en la Gran Manzana desde Abelleira (Muros) hace 34 años, cuando tenía 25. «La sociedad ha cambiado muchísimo», recuerda desde su residencia en Long Island. «Ahora en todos los sitios hay alguien que habla español. El aumento de inmigrantes, latinoamericanos sobre todo, ha cambiado la manera de pensar de la gente», reflexiona Manuel Mayo. «Los gallegos sabemos que para venir a este país hay unas normas. La frontera no se puede abrir así de repente. Hay que respetar la ley, y Trump se está basando en ella», dice consciente de que se ha recuperado la estrategia migratoria en consonancia con los mensajes del 2016, que constituyeron el llamado fenómeno Trump. «En otro momento no habría triunfado en absoluto», opina. 

Ambiente tóxico

Para algunos, los estadounidenses votarán en un «ambiente tóxico». «Ya no son ideologías de republicanos contra demócratas, sino de bandas en las que no hay diálogo ni deseo de compartir ideas», lamenta Michelle Mirón. Esta traductora de Oleiros de 36 años advierte de un ambiente en el que la gente se cierra a sus propios canales de información. «Los demócratas se aferran a The New York Times o The Washington Post, y los conservadores a Fox», afirma.

Eso sí, para Michelle Mirón esta especie de burbuja ha servido para que Trump actúe como «catalizador de grupos minoritarios» que podrían acabar con la mayoría republicana. «Es el caso de muchas mujeres tradicionalmente conservadoras que tras la confirmación de Brett Kavanaugh en el Supremo o la separación de familias en la frontera se han movilizado para votar en contra de quienes apoyaron a Trump», explica desde Queens, al otro lado del East River. Allí vive también Pilar Alonso, quien, en cambio, cree «que los demócratas lo tienen más difícil» porque «la bolsa, la economía y el empleo están yendo bien». Nada que ver con su Mera natal cuando la dejó en 1966. Con 72 años y jubilada tras una exitosa carrera en el sector textil neoyorquino, Pilar considera que las midterm ayudarán a la reelección de Trump en el 2020. «Yo creo que ganará si no se cansa antes, porque un hombre multimillonario que vivía de maravilla no sé para qué quería estos dolores de cabeza», concluye Pilar Alonso con entrañable sabiduría. 

Trump recupera en Montana el escándalo del juez Kavanaugh

Con el reloj marcando la cuenta atrás de las legislativas, Donald Trump apuró ayer sus últimos cartuchos. «¡Hoy, rumbo a Montana y Florida!», escribió en Twitter. A estas alturas, las prioridades de los republicanos están claras. Fue la cuarta visita del presidente de Estados Unidos a Montana durante la campaña y la segunda a Florida en menos de una semana. En ambos territorios los sondeos apuntan a una carrera muy ajustada en el Senado, la Cámara que el neoyorquino espera conservar.

En plena batalla política, uno de los temas que más ampollas han levantado volvió a la actualidad después de que una mujer que acusó al juez del Supremo Brett Kavanaugh de haberla violado reconociese que mintió para evitar su confirmación. Se trata de Judy Munro-Leighton, quien justificó su denuncia porque estaba «furiosa» por la nominación del magistrado.

Aunque el testimonio de Munro-Leighton no fue investigado por el Comité Judicial de la Cámara Alta, su reconocimiento dio alas a Trump para manipular el mensaje. «¡Los demócratas quisieron destruirle [a Kavanaugh]!», protestó en Montana sin precisar que la acusación de dicha mujer no fue tomada en cuenta por los progresistas. «La CNN me dice cómo tengo que hacer la campaña, pero yo soy presidente y ellos no», se mofó reforzando su manido «fake news» (noticias falsas) y azuzando a sus bases en plan ajuste de cuentas. 

Actos ilegales

Tras ser acusado por diferentes mujeres de acoso sexual, la confirmación de Kavanaugh fue una de las grandes controversias ante las próximas elecciones legislativas. Miles de mujeres cargaron contra los republicanos antes y después de la votación del juez en la Cámara Alta y prometieron acudir a las urnas para sacar a los conservadores del poder. El Comité Judicial del Senado ha puesto los hechos en manos del secretario de Justicia, Jeff Sessions, y del director del FBI, Christopher Wray, para que estudien los actos «potencialmente ilegales» de la mujer.

El mandatario estadounidense volverá este domingo a subirse al Air Force One para celebrar dos actos, en Georgia y Tennessee. Y mañana cerrará la campaña con tres discursos: en Ohio, Indiana y Misuri.