Violencia contenida en el viernes de la ira

mikel ayestarán JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

Atlas TV

Primeras víctimas mortales y un centenar de heridos en las protestas palestinas contra EE.UU.

09 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El viernes de la ira reunió a miles de manifestantes en los territorios palestinos y en países musulmanes de todo el mundo para protestar contra la decisión de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Por segundo día consecutivo la violencia fue protagonista en diferentes puntos de Cisjordania y Gaza, donde se produjeron choques con las fuerzas israelíes en los que al menos dos palestinos perdieron la vida y hubo más de cien heridos, según la Media Luna Roja. Pero fue una violencia contenida. Los militares volvieron a emplear material antidisturbios y munición real para disolver a los manifestantes. A última hora de la tarde las alarmas sonaron en varias localidades israelíes próximas a Gaza y el sistema antimisiles Iron Dome [cúpula de hierro] interceptó un cohete lanzado desde la Franja.

Durante la mañana todas las miradas apuntaban a la Ciudad Vieja de Jerusalén, corazón de la parte oriental de la ciudad ocupada por los israelíes en 1967. Decenas de miles de fieles acudieron a la oración e Israel, pese a los llamamientos a las protestas realizados por las facciones palestinas, no efectuó un gran despliegue de fuerza, ni impuso restricciones especiales para el acceso a la Explanada de las Mezquitas, como sí lo había hecho en el pasado cada vez que existía riesgo de incidentes. «No tenemos indicios de que habrá disturbios y por tanto no hay ninguna restricción de edad. Si hubiera disturbios, responderíamos inmediatamente», declaró el portavoz de la Policía.

La previsión se cumplió y la oración terminó sin mayores problemas. Nada que ver con la tensión vivida este verano durante los incidentes en torno a la mezquita de Al-Aqsa. «La declaración de Trump no cambia nada porque, diga lo que diga, Jerusalén seguirá siendo una ciudad santa para nosotros», aseguraba el joven Yussef nada más salir del rezo a paso ligero porque «no quiero verme metido en líos, no sirve de nada».

Las palabras de Trump ocasionaron una movilización global tras la oración principal del viernes en países como Egipto, Jordania, Irak, Baréin, Sudán o Túnez, donde se organizaron concentraciones de rechazo. La marcha más multitudinaria tuvo lugar en Estambul, donde más de 10.000 personas tomaron el centro histórico de la ciudad. Después de la amenaza del presidente, Recep Tayyip Erdogan, de romper relaciones diplomáticas con Israel, el portavoz del Gobierno subrayó una vez más que el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén «conllevará todo tipo de crisis, caos y combates». El lunes Erdogan recibirá a su homólogo ruso, Vladímir Putin, para abordar la situación en Siria y el malestar generado por la decisión de Trump y el miércoles Estambul acogerá una cumbre extraordinaria de líderes de la Organización por la Cooperación Islámica (OIC), que reúne a 57 países de mayoría musulmana.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, trató de suavizar las palabras de su presidente y aclaró que «no indicó ningún estatus final para Jerusalén. Fue muy claro en que ese estatus, que incluye las fronteras, sería negociado y decidido por las dos partes». Tillerson también ahondó en el traslado de su legación diplomática a la ciudad santa, que «podría demorarse dos años». Pero estas aclaraciones no sirvieron para apaciguar a los miles de manifestantes que se echaron a las calles.

El descontento y la depresión se palpa en las calles palestinas y en los despachos de sus dirigentes tratan de buscar nuevos caminos para hacer frente a la decisión de EE.UU. En la ONU el ambiente fue lúgubre ayer y EE.UU., aislado, debió escuchar las críticas de catorce países en una sesión convocada de urgencia en el Consejo de Seguridad. Una sola excepción: Israel, cuyo embajador, Danny Danon, afirmó que tras la declaración de Trump no hay posibilidad de paz sin Jerusalén como su capital. «Y eso nunca cambiará», advirtió. Más preocupada por el riesgo de una intifada que aborte las negociaciones de paz, Naciones Unidas piensa que «los próximos días serán críticos».