La trituradora de Trump

Francisco Espiñeira Fandiño
fRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Kevin Lamarque | REUTERS

El presidente de Estados Unidos fulminó a 12 de sus colaboradores más cercanos en sus 6 primeros meses

16 ago 2019 . Actualizado a las 10:37 h.

La frase que lanzó al estrellato a Donald Trump antes de ser presidente era la que pronunciaba el magnate al final de cada programa de su reality The Apprentice. «You are fired (estás despedido)», le gritaba amenazante, de pie y con el índice casi en su cara a los que fracasaban en el concurso en el que peleaban por una plaza de becario en sus empresas. Esas tres palabras las ha repetido ya al menos una docena de veces en los últimos seis meses, casi al mismo ritmo que si siguiera despidiendo concursantes en la televisión. 

En la lista de caídos en servicio hay ministros -Michael Flynn, asesor de Seguridad Nacional-, poderosos políticos, como Reince Priebus, ambiciosos periodistas, como Anthony Scaramucci o Sean Spicer, y hasta el jefe de los espías, James Comey. 

LA PRIMERA VÍCTIMA

Sally Yates, la fiscal que le dijo no. Ocupaba la plaza de secretaria en funciones del Departamento de Justicia y fue la encargada de darle el primer no a los deseos de Donald Trump en materia migratoria. Sally Yates se negó a poner en marcha el decreto con el que el entonces recién elegido presidente pretendía vetar la entrada al país de los viajeros procedentes de los países musulmanes. Fue despedida el 30 de enero, diez días después de la investidura de Trump. 

LOS BREVES

Scaramucci y Flynn. Acercarse al sol, o sea a Trump, acaba achicharrando a los que lo intentan. El ejemplo es el de Michael Flynn. Era uno de los más cercanos al presidente durante la campaña. Pero cometió el error de mentir al Congreso y al Senado sobre sus relaciones con Rusia. Él era uno de los contactos del Kremlin en el equipo del magnate y semanas después se descubrió que había cobrado del entorno de Vladimir Putin para defender los intereses de Rusia en Estados Unidos. Trump forzó el apoyo republicano para nombrarlo asesor de Seguridad Nacional. Resistió 23 días antes de ser destituido el 13 de febrero. 

La de Kelly es la segunda marca menos longeva del actual Gobierno. El récord lo tiene Anthony Scaramucci, cuya secuencia laboral en la Casa Blanca fue meteórica. Mooch -como era conocido, un mote que traducido al español significa gorrón- fue nombrado un viernes, provocó la dimisión del hasta entonces portavoz presidencial, Sean Spicer, ese mismo día, cenó al miércoles siguiente con Melania y Donald en el Air Force One, se hizo un selfi en el avión presidencial, amenazó con despedir a dos docenas de empleados de la Casa Blanca por filtradores, ejecutó el adiós de Reince Priebus tras acusarle de ser un «paranoico esquizofrénico» y fue despedido al lunes siguiente, 10 días después, récord de brevedad en el cargo no solo en la era Trump, sino también en la historia de la Casa Blanca. 

EL PODEROSO

Priebus, el amigo. Reince Priebus es, por el momento, el último de la lista de víctimas laborales del presidente. Su caso da una idea del perfil de Trump. Priebus es un histórico del Partido Republicano, donde el magnate no goza de demasiadas simpatías. Era el presidente del Comité Nacional, el órgano encargado de montar las primarias para elegir candidato a la Casa Blanca y fue el único que creyó en las posibilidades del millonario neoyorquino de llegar a la Casa Blanca. Trump le encargó la transición de poderes con los ministros de Obama y luego le nombró jefe de gabinete presidencial, un puesto clave en el organigrama estadounidense, equivalente en competencias a un vicepresidente. Sin embargo, la falta de éxitos legislativos y los tropiezos en las relaciones con los republicanos en el Congreso y el Senado ahondaron una brecha que se había abierto en su relación durante la campaña electoral, cuando Priebus le insinuó que lo mejor era renunciar a la carrera presidencial tras filtrarse una grabación en la que hablaba muy despectivamente de las mujeres. 189 días duró en el cargo. Antes, el 30 de marzo, ya asistió al adiós de Katie Walsh, una de sus asistentes, fulminada tras ser acusada de filtradora. 

EL ESPÍA

El incorruptible. En pleno escándalo del Rusiagate, la principal amenaza a medio plazo para la credibilidad política de Trump, el presidente citó a cenar a James Comey, entonces jefe del FBI. La idea era sonsacarle información sobre las investigaciones en marcha, pero acabó pidiéndole lealtad a cambio de seguir en el cargo. El acoso presidencial duró dos semanas. Pese a las amenazas, Comey se mantuvo firme y señaló las mentiras del presidente sobre el Rusiagate y confirmar la injerencia rusa. Cayó el 9 de mayo. 

LOS ABOGADOS

Miedo a Moscú. Una de las salidas más sorprendentes fue la de Mark Kasowitz, el abogado personal del presidente, que renunció a sus cargos el 20 de julio al descubrir que Trump y su familia le ocultaban datos sobre la trama rusa. Minutos antes se había despedido Mark Corrallo, portavoz del equipo legal del magnate. Y dos semanas antes, el jefe de la Oficina de Ética, Walter Shaub: «Los estándares éticos del país están por los suelos», dijo. 

LOS PERIODISTAS

Incontrolable. Trump presume de dar sus propias noticias a través de sus redes sociales. Menosprecia el trabajo de la prensa y, con ello, el de sus colaboradores en esa área. Perdió primero a Mike Dubke, en mayo, tras 86 días en el cargo, harto de no poder controlar la verborrea presidencial y encubrir sus deslices. El 21 de julio se fue Sean Spicer, agraviado con el fichaje de Scaramucci. Y el pasado 25 de julio lo hacía Michael Short, viceportavoz presidencial, al que Scaramucci había puesto en la lista negra de despidos acusándolo de filtrador. 

Los siguientes

McMaster y Sessions. La lista de despedidos no acabará ahí. Las trifulcas internas en la Casa Blanca señalan al responsable de Justicia, Jeff Sessions, por su papel en el Rusiagate, y al de Defensa, Harry McMaster, enfrentado a John Kelly, como las próximas víctimas de la lista negra. El culebrón continúa. 

El fiscal especial pide por primera vez información sobre Flynn a la Casa Blanca

El equipo del fiscal especial Robert Mueller ha pedido por primera vez información a la Casa Blanca sobre el exconsejero de Seguridad Nacional Michael Flynn. La petición no es una citación formal, pero sí un paso más en la investigación que dirige Mueller sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales que ganó Donald Trump.

Además de los documentos, los fiscales que trabajan para Mueller también han buscado «testimonios» sobre si Flynn estuvo a sueldo del Gobierno de Turquía durante los últimos meses de la campaña electoral a la presidencia de EE.UU., de acuerdo con The New York Times, que cita a fuentes de la investigación.

Flynn llevaba apenas 24 días en la Casa Blanca cuando se vio forzado a dimitir por haber mentido a altos cargos de la Administración Trump, entre ellos el vicepresidente, Mike Pence, sobre el contenido de sus charlas con el entonces embajador ruso en Washington, Serguéi Kislyak.

Según admitió después el propio Flynn, él y Kislyak abordaron las sanciones contra el Kremlin, que Barack Obama impuso antes de dejar la Casa Blanca, en las conversaciones que empezaron antes de las elecciones y se prolongaron durante el período de transición. 

Declaraciones de Kislyak

En sus primeras declaraciones tras dejar el cargo de embajador en Washington, Serguéi Kislyak admitió ayer contactos con Flynn, pero negó que sus conversaciones fueran inapropiadas o abordaran asuntos secretos. También que hubiera una trama rusa para permitir la victoria del candidato republicanos. «Hablamos sobre las cosas más elementales. La conversación fue absolutamente correcta, tranquila y totalmente transparente», afirmó Kislyak en una entrevista con la televisión pública rusa.

Entre los temas tratados en esta reunión, destacó por encima de todos «el de la cooperación contra el terrorismo», y nunca se habló de sanciones. «Tenía la instrucción de no hacerlo y tengan la certeza de que la he cumplido de buena fe, no hemos debatido con nadie las sanciones», ha asegurado. El exembajador lamenta el «ambiente tóxico» que se está generando hacia Rusia.