Los rebeldes aceptan retirarse en medio de asesinatos de civiles a manos del régimen
14 dic 2016 . Actualizado a las 07:41 h.Las bombas dejaron de caer anoche sobre el último reducto opositor que resistía en el este de Alepo y constataban el fin de la batalla que supondrá un punto de inflexión en la guerra siria. El acuerdo de evacuación anunciado poco antes por los grupos rebeldes suponía de facto su rendición.
«Las actividades militares se han detenido. El Gobierno sirio ha establecido el control sobre Alepo oriental», anunció el embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, al Consejo de Seguridad. Francia y el Reino Unido habían solicitado una reunión urgente del órgano de las Naciones Unidas ante los informes que llegaban de atrocidades cometidas contra civiles por las fuerzas leales a Bachar al Asad. Durante la reunión, Churkin confirmaba un acuerdo entre Damasco y los opositores, con la mediación de Turquía y Rusia, para la evacuación de civiles y combatientes que aún resistían. Una tregua que poco antes habían anunciado distintos grupos rebeldes, incluidos los islamistas.
«El pacto entrará en vigor en las próximas horas. Primero tendrá lugar la evacuación de heridos y civiles. Después, los combatientes saldrán con sus armas ligeras», explicó a France Press Yaser al Yusef, del influyente grupo Nuredin al Zinki. «Los que salgan elegirán ir hacia el oeste de la provincia de Alepo o hacia la provincia de Idlib», en regiones bajo control insurgente, señaló.
La ONU reclamó acceso inmediato a la zona, y la embajadora estadounidense, Samantha Power, pidió el envío de observadores internacionales para supervisar la evacuación de civiles.
Damasco ha utilizado la misma táctica que en otras plazas rebeldes: machacar a civiles y combatientes sin miramientos hasta provocar su caída. «La oposición ha tenido que aceptar un pacto después de que Rusia y el régimen lo destruyeran todo y 100.000 civiles murieran en Alepo», lamentó a Efe el general opositor Ahmed Berri.
Denuncias
La batalla de Alepo dio sus últimos coletazos en medio de denuncias de ejecuciones extrajudiciales de civiles, redadas y detenciones masivas. La venganza de las fuerzas leales a Bachar al Asad tras cuatro años de lucha sin cuartel contra los opositores que resistían en el este de la antigua capital económica de Siria.
La ONU denunciaba que tropas progubernamentales asesinaron a 82 civiles, entre ellos once mujeres y trece niños, en cuatro distritos de Alepo. «Han entrado en casas de civiles y han matado a quienes había dentro, incluyendo mujeres y niños», explicó el portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Rupert Colville. Según sus fuentes, «decenas de civiles fueron abatidos a tiros el lunes en la plaza Al Ahrar, en el barrio de Kalasé, y también en el de Bustan al Qasr por soldados gubernamentales y sus aliados, entre ellos el grupo iraquí Al Nuyabá». Otros civiles fueron ejecutados cuando intentan huir o abatidos por bombas y la artillería que castigaban día y noche la zona y que impedían recoger las decenas de cadáveres que yacían en las calles.
Unicef denunció por su parte que un grupo de menores, que podrían alcanzar el centenar, «sin compañía o separados de sus familias», estaban atrapados en un edificio del este de Alepo, sometido al continuo castigo de la artillería y los bombardeos rusos y sirios, según los informes que les remite un médico de la ciudad.
«Los hombres menores de 40 años son detenidos y enrolados a la fuerza en el Ejército sirio y a veces ejecutados», denunciaba por su parte el primer ministro francés, Bernard Cazeneuve.
El último reducto rebelde se concentraba ayer en un kilómetro cuadrado del barrio de Al Mashad. Con ellos están atrapados miles de civiles. «Nuestro destino está marcado. ¿Por qué escondernos? Eso no nos hará ningún bien. Moriremos o nos detendrán», declaraba a AFP horas antes Ibrahim Abu al Leith, portavoz de los cascos blancos. Mientras los fieles de Al Asad se echaban a las calles de la zona oeste para cantar victoria, en el este una larga fila de civiles abandonaba bajo la lluvia y con sus escasos enseres acuestas la ruinas en las que cuatro años de asedio han dejado a la vieja capital económica del país.
Las yazidíes reclaman la ayuda de Europa y que se juzgue al EI al recoger el premio Sajarov
Las yazidíes Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar, secuestradas y esclavizadas por el Estado Islámico (EI), pidieron ayer que se lleve a los yihadistas ante la Justicia por el genocidio cometido contra su pueblo, además de solicitar la creación de una zona de protección para que puedan regresar a su tierra, al recoger ayer el premio Sajarov otorgado por el Parlamento Europeo. «Les pido que prometan que nunca volverán a permitir que algo así suceda», dijo Lamiya. Martin Schulz garantizó el apoyo de la Eurocámara para que el Tribunal Penal Internacional juzgue esos crímenes, además de insistir en que estas dos heroínas recuerdan a Europa sus obligaciones en materia de asilo.
Nadia, de 23 años, y Lamiya, de 18, pudieron escapar de sus captores y llegar a Alemania. Desde entonces, se han erigido en voces de la minoría yazidí. «Este premio es para toda mujer y niña que haya sido esclavizada sexualmente por el Daesh», dijo Lamiya refiriéndose al EI con su acrónimo en árabe con connotaciones despectivas. «Y para todas las víctimas del terrorismo», añadió. Los eurodiputados no pudieron reprimir sus gestos de tristeza y dolor ante el relato de Aji Bashar sobre su secuestro con solo 15 años, las torturas y violaciones que sufrió, y sus cuatro intentos de huida. Haciendo esfuerzos por no llorar, la joven explicó cómo la explosión de una mina quemó su cuerpo entero y la dejó ciega de un ojo. «Prométannos que nos escucharán y que se hará justicia».
Murad exigió establecer una zona de seguridad para las minorías en Irak. Y si no «pido a Europa que abra sus puertas a los yizadíes como ocurrió tras el Holocausto». «Medio millón de personas no saben qué les depara el futuro ¿Volveremos a nuestras tierras? ¿Deberíamos emigrar?», preguntó. «Miramos a Europa como símbolo de humanidad».