Europa, otra vez sin un plan B

Cristina Porteiro
CRISTINA PORTEIRO BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

OLIVIER HOSLET | EFE

Bruselas subestimó el hartazgo ciudadano y la amenaza del populismo a ambos lados del Atlántico

11 nov 2016 . Actualizado a las 08:39 h.

Ni vieron venir el brexit ni la victoria de Donald Trump. Los responsables comunitarios siguen tirándose de los pelos, sin dar crédito al dramático desenlace electoral. La victoria del arrogante y despótico multimillonario no entraba en sus quinielas. ¿Había o no había plan B? A tenor de la timorata reacción de Bruselas, la UE no se había preparado para lo que algunos banqueros calificaron de «apocalipsis». El comisario de Economía, Pierre Moscovici, apostó fuerte por Clinton y descartaba horas antes de la apertura de urnas el triunfo del republicano. De otra forma no se entendería el calificativo que le dedicó a Trump. «Populista provocador», le espetó el francés en Twitter.

Lo que inquieta más es la falta de reacción de la UE. Sus dirigentes políticos siguen defendiendo de forma obstinada un modelo socioeconómico exhausto. Estos días han salido al púlpito a hacer sus diagnósticos, pero ninguno ha aportado soluciones. ¿Cómo reconocer que tanto Bruselas como los partidos políticos tradicionales han subestimado el hartazgo y la frustración ciudadanos? «Hay que saber por qué la gente, cuando se le consulta, expresa más cólera y miedo que confianza», admitió ayer el presidente francés, François Hollande.

Los ciudadanos europeos, como sus pares estadounidenses, lanzaron varias advertencias en los últimos años.  Los griegos votaron en contra de las medidas de austeridad de la troika en referendo. El segundo bofetón llegó de la mano de los holandeses al negarse a ratificar un acuerdo de asociación con Ucrania. La historia se repitió más tarde con el brexit. «El mundo se está rompiendo ante nuestros ojos», aseguró el embajador de Francia en Estados Unidos, Gérard Araud. Mientras, la UE sigue con la venda en los ojos. ¿Cómo detener la caída?

Frente a la incertidumbre que se avecina, viejas recetas. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, ha convocado a los 28 ministros de Exteriores a una reunión de urgencia el próximo domingo para debatir sobre el futuro de las relaciones con el socio trasatlántico. Bruselas se adentra en terreno inhóspito y se aferra a la esperanza de que la realidad obligue a Trump a adoptar una postura más conciliadora y flexible. «Tenemos que ser conscientes de que Estados Unidos se inclinará más a tomar decisiones en solitario», advirtió el titular de Exteriores alemán, F. W. Steinmeier.

Pero ¿y si el Trump de la campaña es el mismo que gobernará el país durante los próximos cuatro años? Los Veintiocho estudian sus respectivos análisis de impacto, a toro pasado. La sacudida política no podía haber llegado en peor momento. El grifo de las finanzas sigue seco, el acuerdo migratorio con Turquía se tambalea, los socios británicos han desertado, las tensiones del bloque paralizan acuerdos tan importantes como el de la reubicación de refugiados, algunos Gobiernos desafían a la autoridad de Bruselas con maniobras antidemocráticas y la sombra de Moscú se extiende por los países del este. A pesar de lo mucho que hay en juego, la UE espera de manos cruzadas. «Nos gustaría saber cuáles son sus intenciones con respecto a la Alianza. Debemos saber qué políticas climáticas piensa seguir, cómo proseguirán las cosas con la política comercial», aseguró ayer el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker.

Orbán aplaude «el fin de la no-democracia liberal»

«Es el segundo día de un suceso histórico, en el que la civilización occidental parece haberse liberado al fin de una ideología». Así de pletórico se mostró ayer el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, solo 48 horas después del triunfo de Donald Trump. El ultraderechista, quien comparte con el estadounidense un estilo autocrático en política y el rechazo a ciertas normas democráticas, no dudó en hurgar en la herida abierta en el Viejo Continente, donde la mayoría de los líderes europeos apoyaron explícitamente a Clinton. «Estamos viviendo un momento en el que la no-democracia liberal, en la que hemos vivido durante los últimos 20 años, acaba por fin y podemos volver a la verdadera democracia», indicó el populista del Fidesz, con quien Bruselas mantiene una larga guerra abierta por sus maniobras para limitar las libertades en el país y su rechazo a la acogida de refugiados.