El salesiano de Vigo en busca y captura, el profesor que se aprovechó de la confianza de sus víctimas para abusar sexualmente de ellas

La Voz REDACCIÓN

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El acusado, en el centro de la imagen, accediendo a la Audiencia de Pontevedra en el 2021
El acusado, en el centro de la imagen, accediendo a la Audiencia de Pontevedra en el 2021 POOL / GONZALO GARCÍA

Segundo Cousido fue condenado en el 2021 a 32 años de prisión, a no poder ejercer actividades con menores y a 36 años de libertad vigilada. La justicia consideró probados los hechos narrados por seis menores de 15 años que tuvieron lugar durante actividades extraescolares del centro

17 mar 2023 . Actualizado a las 16:53 h.

Fue condenado a 32 años de cárcel por abusar de seis alumnos mientras dormían. Este es el titular que resume la historia de Segundo Cousido. El sacerdote y profesor del colegio Salesianos de Vigo fue condenado por la Audiencia de Pontevedra en el año 2021. Se le impuso pagar 76.000 euros a sus víctimas por daños psicológicos, además de 36 años de libertad vigilada y 31 sin poder ejercer oficio alguno con menores.

El tribunal consideró probado que el religioso había abusado de los menores de 15 años durante unas actividades extraescolares en el año 2019. Le acusaron de doce delitos y la Fiscalía llegó a pedir para el 67 años y medio de prisión. Él rechazó de plano todas las imputaciones durante el juicio.El pasado 1 de marzo era puesto en situación de búsqueda y captura. La justicia le había dado un plazo de tres días para ingresar en el centro penitenciario de A Lama y no lo hizo. Ahora, la Audiencia de Pontevedra expide una orden nacional e internacional de detención contra Cousido

Segundo Cousido llegó a permanecer nueve meses en la cárcel durante la instrucción judicial de la causa, si bien, cuando se consideró que el riesgo de reiteración delictiva había desaparecido, se le impuso una fianza de doce mil euros, que abonó. Un rosario de recursos le permitió demorar la ejecución de la sentencia 

Los hechos

El tribunal consideró probados los hechos que llevaron al sacerdote al banquillo. Los abusos tuvieron lugar hace tres años y sucedieron durante diferentes actividades: en un campamento en Cambados y en una peregrinación a Santiago. A otro menor lo agredió mientras veía la final de la Champions League en una asociación juvenil vinculada al centro escolar. 

Según la sentencia, el religioso se aprovechó de la confianza y amistad con los menores para realizarles tocamientos por la noche, mientras dormían o estaban rendidos por el sueño. Las víctimas se quedaron en shock cuando les ocurrió, sin ser capaces de reaccionar porque no podían creer que el sospechoso pudiera hacerles algo así. Actuaba, además, de noche, cuando el estado de alerta disminuye y el nivel de conciencia decrece, según argumentaron en la sentencia los magistrados, lo que le daba cierta superioridad y ventaja para vencer la resistencia de las víctimas.

El implicado ejercía en el 2019 de monitor, director y acompañante de los menores y pernoctaba en las mismas instalaciones que ellos. Los hechos que tuvieron lugar durante una peregrinación a Santiago tuvieron lugar en un albergue de Valga. Como no había literas suficientes, las juntaron y el sacerdote durmió en medio de dos menores. Uno de ellos se despertó a media noche y descubrió que el cura le estaba haciendo tocamientos. Al no atreverse a enfrentarse a él, intentó girarse de lado de la cama para repeler al adulto pero este insistió. A causa de este incidente, el menor sufrió pesadillas y bajó su rendimiento escolar y no quería que sus familiares lo tocasen.

Otra de las agresiones tuvo lugar en julio del 2019 en un campamento en Castrelo, en Cambados, donde el acusado era monitor y decía misa. El menor asaltado en la anterior ocasión no quería ir a la excursión pero al final acudió y, durante la noche, el implicado entró en su habitación usando el móvil de la linterna para localizar a su víctima y le hizo tocamientos hasta que el menor se giró. No se atrevió a denunciar por miedo a que nadie le creyese y por vergüenza. A la tercera noche, el acusado volvió cuando el adolescente se quedó dormido y, aunque él no se enteró del abuso, otro niño lo vio. En la cuarta noche, el sacerdote volvió pero el menor se colocó una almohada como protección y el acusado se la quitó. A la quinta noche, el adolescente, que ya había denunciado los abusos, se protegió con un saco de dormir cerrado y una almohada y frustró los tocamientos. 

En el campamento hubo un segundo alumno afectado, pues coincidió en una litera próxima a la del sacerdote. Mientras dormía, se despertó y descubrió al sacerdote en plenos tocamientos y este le preguntó por la hora. 

Para un tercer alumno, su profesor de religión era como un padre. También durmió en la habitación del sacerdote, pero no notó los tocamientos porque dormía profundamente. Más tarde, se despertó y lo descubrió en plena faena. El resto de los alumnos juntaron las literas para evitar que el cura siguiese actuando y este se marchó.

Una cuarta víctima sufrió los abusos en el albergue de Padrón durante una peregrinación. El menor salió en mitad de la noche al baño y el sacerdote le ayudó a abrir la puerta. Cuando se acostó, a los pocos minutos, notó como el sacerdote le tocaba. 

El quinto menor estaba en una asociación juvenil de Vigo cuando veía la final de la Liga de Campeones en un sofá, sentado al lado del sacerdote, el cual charlaba con él a la vez que le hacía tocamientos. El menor se levantó a por bebida y al volver y ver que seguían los tocamientos, se escabulló.

El sexto afectado también sufrió tocamientos mientras dormía en un dormitorio de un campamento.

El testimonio de las víctimas

Los psicólogos calificaron los testimonios prestados por los menores como creíbles. Los expertos aseguraron que los chicos presentaban una serie de trastornos, como depresión, comportamiento irritable o angustia, compatibles con la experiencia traumática de la que fueron víctimas. 

Los magistrados calificaron de firme y acorde con su edad el testimonio, lo consideraron verosímil y coherente con situaciones realmente vividas. Recalcaron durante el proceso que algunos chicos tenían sentimiento de culpa por no haber hecho nada o no haber sabido reaccionar. No percibieron animadversión de los alumnos hacia su profesor, al que consideraban un amigo.

Apoyo al profesor

Durante el juicio, el sacerdote y profesor tuvo testigos a su favor para argumentar su inocencia. En la sala comparecieron otros sacerdotes de su misma orden, progenitores de otros alumnos, allegados y familiares, pero también estudiantes que reseñaron que la relación del religioso con ellos era «cordial y estrecha». La mayoría no había participado en el campamento de Cambados, pero también hubo quien sí lo hizo. Uno de estos últimos testigos narró que «un día unos chicos estaban muy mal, llorando y juntaron las camas», si bien en aquel momento no sabía lo que había sucedido.

El informe psicológico del acusado

Durante el juicio, la defensa aportó un informe psicológico del acusado en el que, entre otras cuestiones, se afirmaba que no presentaba «el perfil propio» de un abusador. Sin embargo, a instancia de la acusación, se reconoció que estaba incompleto.

El tribunal descartó que el implicado tuviese rasgos psicopatológicos característicos de un abusador ni una personalidad que le impidiese controlar sus impulsos. También descartó que delitos los cometiese otra persona o que los menores se equivocasen al culparlo a él.

El perdón de los Salesianos

Tras conocerse la sentencia, la Inspectoría Salesiana Santiago el Mayor, a la que pertenecía el acusado, se disculpó públicamente: «Deseamos pedir perdón a las víctimas y a sus familias por el sufrimiento que un miembro de nuestra congregación les ha podido causar», manifestaron en un comunicado. Los salesianos se enfrentaban a ser los responsables subsidiarios en caso de que el condenado no pagase la indemnización -76.000 euros-. Afirmaron además que continuaba «el proceso canónico» contra el religioso condenado, «siguiendo las disposiciones de la Iglesia previstas para estos casos».

La congregación se ofreció para «escuchar, acompañar y tratar de restaurar la dignidad» de las víctimas de cualquier tipo de abuso. Además, aseguraroin que crearían un entorno seguro en todo sus centros para «evitar que se vuelvan a producir estas situaciones», a través de programas de sensibilización, formación y prevención. 

 Noticia elaborada con la información de E.V. Pita y López Penide