Rosaura Romero
Cuando estalló la guerra de Irak, en el 2003, David trabajaba en La Voz de Galicia y convenció a sus jefes de que él tenía que estar allí. No paró hasta que consiguió entrar, pasar la frontera en el falso fondo de un camión. Y ese fue el inicio de todo.
Así como en Argentina, con apenas 18 años, David descubrió que ser periodista era lo que quería ser el resto de su vida, gracias a la oportunidad que le brindó este periódico, se forjó como corresponsal de guerra.
Era un alma inquieta y David escogió el periodismo porque le maravillaban las conversaciones. Solía decir que en esos sitios, de realidades extremas, la naturaleza humana encuentra su máxima expresión: con sus blancos, sus negros y sus grises, el color donde unos y otros pueden entenderse, el territorio de las circunstancias, de los matices.