Dos alijos de 2.800 kilos de coca destapan una nueva trama internacional en Galicia

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

GALICIA

Joaquín Hernández (Kiki)

Una organización marroquí contrataba descargas en Bueu para otra desconocida del Este

14 ene 2020 . Actualizado a las 15:38 h.

Hicham Oussassi duerme en una celda de Alhaurín de la Torre desde junio. Fue detenido a mediados del año pasado en su casa de Málaga acusado, al menos, de importar dos alijos de cocaína que sumaron 2.800 kilos. Todo por Galicia y con la ayuda de gallegos afincados en Bueu. Un bróker del tráfico de cocaína y hachís entre África, Sudamérica y Europa. Partiendo de Marruecos, su país natal, y trabajando para una gran organización con ramificaciones en todo el norte de África, él sería su hombre de confianza en España y el viejo continente. De ahí que en la investigación sobre este grupo participen policías, jueces y fiscales de más países europeos. Incluso Europol estuvo presente en la detención de Oussassi, algo poco habitual y que evidencia su condición de objetivo prioritario desde finales del 2017, cuando se puso a tiro del Grupo de Respuesta Especializada contra el Crimen Organizado (Greco) de la Policía Nacional en Galicia.

Varias reuniones en Vigo, con gallegos sospechosos de traficar, lo situaron en el punto de mira por los tentáculos que se atribuye en Francia y los Países Bajos a su organización, afincada a lo largo y ancho del Magreb. Una estructura criminal que haría del narcotráfico un lucro más que añadir, por ejemplo, al del tráfico de armas. Para importar el codiciado polvo blanco se valdría de la gran población magrebí asentada en Centroeuropa para recibir la mercancía que llega por contenedores. Salvador Dios es el único gallego que cayó. Están acusados, junto a más investigados, de importar los dos alijos de coca interceptados en el Atlántico. El primero (1.300 kilos) ocurrió en julio del 2018; el segundo (1.500), el pasado mayo.

Ambas investigaciones, hermanadas en muchos nombres, números de teléfono y ubicaciones, evidenciarían que Hicham se manejaba como pez en el agua en la Costa del Sol, el Campo de Gibraltar, Bélgica, Francia o su país natal. Él mismo se desplazaba a Galicia. Preferentemente a Vigo, donde mantenía reuniones y se hospedaba. También se dejaba ver por O Porriño, Sanxenxo u otras localidades. Todo con grandes medidas de seguridad. Entre las comunicaciones interceptadas brilla con luz propia un mensaje que envía a otra persona con números, a modo de consulta sobre premios de lotería: realmente eran matrículas de tres vehículos de paisano utilizados por el Greco.

Ojos en la nuca

El uso de documentación falsa es otra demostración de fuerza de esta organización, ya sea para moverse por Europa o para hospedarse en un céntrico hotel de Vigo. Al volante de un coche era capaz de salir desde Málaga y no parar hasta Galicia más que para rellenar el combustible de su vehículo de gran cilindrada. Una plaza demasiado jugosa que hace imposible, a ojos de quienes la combaten, extirpar da terra esta industria millonaria. Resulta igualmente seductora a ojos de los grupos criminales del Este. El resumen del 2019, a ojos de Greco, subraya la presencia cada vez mayor de criminales de los Balcanes operando en Galicia.

La investigación contra la organización magrebí es un ejemplo más. Uno de los hilos a seguir tiene su origen en el primero de los dos alijos incautados. Cayó a bordo del velero Wall Street, patroneado por un ciudadano norteamericano asistido por dos croatas con formación militar. Su origen balcánico y la información acumulada conjuntamente entre España (Fiscalía Antidroga de Pontevedra y Juzgado número 4 de Vigo) y los otros países europeos habrían servido para vincular a ambos croatas con otra gran organización criminal con intereses en Galicia y desconocida hasta ahora.

Parte de la droga se habría pagado en Guyana con hachís recogido en la costa marroquí 

El nuevo enemigo presenta un perfil mucho más violento que las organizaciones colombianas, concretan en la investigación. Los indicios apuntan a este emporio del crimen organizado como el destinatario real de los dos alijos incautados. De forma que Oussassi sería el encargado de colaborar en ambas operaciones aportando la infraestructura para la descarga y el posterior transporte desde Galicia. La inteligencia aportada por Europol sería nuevamente fundamental para situar, con nombres y apellidos, a los integrantes de semejante trama. Falta por comprobar qué recorrido tendrá procesalmente, o si la información acumulada dará frutos a medio o largo plazo en otras investigaciones. Y es que el peligroso enemigo no viviría únicamente del narcotráfico. Apuestas, prostitución, juego, venta de armas o extorsión serían las otras filiales de este emporio criminal. El mismo que se habría aliado con la organización de Oussassi en el Magreb usando Galicia y su costa para cristalizar sus ambiciones.

Incluso se atribuye al velero Wall Street un porte poco común en el sector. Una operación que explicaría el origen de esta alianza ramificada en tres continentes. Empezó surcando el Mediterráneo en paralelo por la costa desde Cataluña a la Costa del Sol para dejar España con los dos croatas y el patrón norteamericano a bordo. Lo siguiente sería atracar en la ciudad marroquí de Mohammedia para cargar una importante cantidad de hachís con la que habría cruzado el Atlántico hasta llegar al delta del río Esequibo, en Guyana, y pagar parte de los 1.300 kilos de coca con el hachís. Una moneda de cambio pocas veces vista que explicaría el nexo entre ambas multinacionales del crimen organizado.