El incidente de Paula Quinteiro deja a En Marea al borde de la ruptura

J. Capeáns / M. Ascón SANTIAGO, OURENSE / LA VOZ

GALICIA

Paco Rodríguez

Luís Villares sigue sin ofrecer su opinión en público y suspende su agenda

25 mar 2018 . Actualizado a las 13:09 h.

Ha sido por una polémica intervención callejera de una diputada, pero tras las reacciones del universo de las mareas y de Podemos Galicia es razonable pensar que cualquier otra fricción, incluso de menor calado, hubiese desatado la tormenta perfecta para dejar al grupo parlamentario y a su órgano político al borde de la desintegración. Acostumbrados a la discrepancia interna desde su fundación como partido instrumental hace un año y medio, y con el precedente de la quiebra de confianza de Alternativa Galega de Esquerdas, los posicionamientos en torno a la posible dimisión o no de Paula Quinteiro han obligado a todos los actores a manifestarse abiertamente, con evidentes diferencias. Esta crisis, sumada al inminente pronunciamiento de Podemos ante las elecciones municipales -la consulta a los inscritos se cierra esta tarde- deja a la confluencia en Galicia en una delicada situación.

A la polémica con la diputada se suma la posición de Podemos para las municipales Con todo, dos personas clave en el lance mantienen silencio. La propia parlamentaria, a la que diversos compañeros le han reclamado una reflexión, rechazó el ofrecimiento de La Voz para expresarse en cualquier sentido, y tampoco ha utilizado sus perfiles de redes sociales, en las que sí ha agradecido los apoyos recibidos. El otro que no ha hablado, al menos en público, ha sido el portavoz y líder orgánico, Luís Villares, que incluso ha suspendido una intervención esta mañana en una radio pública para retrasar su postura hasta la rueda de prensa habitual de los lunes en O Hórreo, donde es previsible que ofrezca su opinión. Internamente sí se ha decantado, en principio, a favor de propiciar la salida de su compañera, aunque al consello das mareas llegó con una posición más conciliadora, consciente de que la tensión había llegado al límite y de que una solución abrupta podría poner en peligro la unidad del grupo parlamentario, empatado a representantes (14) con los socialistas.

Villares, entre dos aguas

Villares ha quedado así entre dos aguas, con su referente Xosé Manuel Beiras reclamando la dimisión de la diputada por su actuación, como hacen varios miembros destacados que supuestamente están alineados con el portavoz; y por otra parte, con alcaldes como Xulio Ferreiro o Martiño Noriega sacándole hierro al problema y movilizando a sus escasos representantes en el consello das mareas para respaldar a la también militante de anticapitalistas.

En la misma tesitura se ha visto Carmen Santos, compañera en Podemos Galicia de Quinteiro, con la que sin embargo mantiene una complicada relación política por las luchas que han librado para hacerse con el control de la formación morada. La secretaria general se resiste a pedir su cabeza, y en un acto político en el que participó en Ourense, explicó a los medios de comunicación que no está «a favor de linchamentos na praza do pobo, e menos a unha muller». Previamente, Irene Montero, portavoz de Podemos en el Congreso, fue cuestionada al respecto: «Tengo entendido que la diputada ya ha dado las explicaciones pertinentes al grupo parlamentario y también públicamente. En ese sentido, me remitiría a lo que el propio grupo parlamentario y la secretaria general de Podemos tenga que decir».

El portavoz parlamentario y Santos tratan de mantener ahora la unidad del grupo De hecho, Santos restó importancia a la decisión tomada el viernes por el consello das mareas, que exigió a Quinteiro que abandonase su cargo. «A dimisión é unha decisión dela, unicamente dela. Con respecto ás decisións tomadas, xa sabedes que tivemos unha reunión do grupo parlamentario e tomou unha posición unánime, que é o oposto ao que decide o consello das mareas. E o grupo parlamentario é o que representa a pluralidade real do que vén a ser En Marea. É no grupo parlamentario onde estamos todas, non soamente unha parte. Iso creo que é fundamental e hai que remarcalo».

La secretaria general de Podemos Galicia señaló a Paula Quinteiro como una víctima de un «ataque persoal sen precedentes» y puso la proa a todos aquellos que exigen su dimisión. «O que nós non imos facer nunca é o linchamento dunha muller e dunha compañeira na praza do pobo por moito que esteamos en vésperas de Semana Santa. Polo tanto, hai que respectar a lexitimidade que ten Paula para tomar as súas decisións, dar as súas explicacións e facer o que ela considere oportuno. Xa dixemos que ela é unha persoa responsable que pensa no proxecto por riba dela mesma. [...] O PP, imputado por corrupción, non nos marca a axenda», insistió tratando de recuperar la iniciativa del discurso.

Imposible compartir grupo

Precisamente los populares gallegos han sido los que han agarrado con más fuerza la polémica por bandera para zarandear al líder de la oposición y a los suyos. Ayer fue la viceportavoz parlamentaria, Paula Prado, la que valoró como «imposible» que Villares y Quinteiro vuelvan a compartir grupo en la Cámara. «Puede dimitir Paula Quinteiro, Luís Villares o los dos, pero lo que parece imposible es que una y otro puedan compartir bancada nunca más en el Parlamento de Galicia. Dentro de En Marea no queda nadie por traicionar a Villares», declaró la popular.

Pionera en la primera lista de Podemos a las europeas y la más joven del Parlamento

J. C.

Antes de que el incidente callejero del pasado fin de semana en Santiago arrasase con su reputación digital, Paula Quinteiro ya tuvo chispazos de protagonismo político, aunque desde una discreta segunda línea. Nacida en Vigo en 1990 y diplomada en Enfermería, hasta que inició su actividad pública remunerada se presentaba como profesional «eventual do Sergas».

Tras participar activamente en grupos del entorno del 15M, integró la lista de Podemos en las elecciones europeas del 2014, cuando la formación morada irrumpió en el escenario nacional. Pertenece a la corriente de los anticapitalistas -la tercera en influencia tras la línea oficial de Iglesias y la laminada de Errejón-, y en el verano del 2016 se convirtió en un dolor de muelas para la entonces recién nombrada secretaria general en Galicia, Carmen Santos, con la que discrepó abiertamente en los procesos internos y durante la compleja integración en En Marea. Articuló su propia candidatura para optar a la lista del Parlamento de Galicia y acabó de quinta en la papeleta pontevedresa encabezada por Santos, con la que mantiene diferencias políticas evidentes. Le reprocha, sobre todo, su falta de conexión con el Consejo Ciudadano Autonómico y la acumulación de poder y cargos.

Activista por la igualdad

Ya en O Hórreo, tuvo sus minutos de gloria durante la constitución del Parlamento, al participar activamente como miembro más joven del hemiciclo. Las tensiones internas del grupo la llevaron a posiciones secundarias -la propia líder tiene dificultades para visibilizar sus iniciativas- y se integró en las comisiones de incendios, agricultura e igualdad. En esta última es en la que mostró una actividad más intensa, sobre todo en las fechas previas al 8 de marzo.

Como diputada rasa tiene un sueldo asignado de aproximadamente 4.800 euros al mes, y aunque Podemos tiene limitaciones en su código ético que rebajan esa cifra hasta los dos mil euros, ella se ha remitido a la carta financiera de En Marea, menos exigente, y aportaría al partido unos 1.100 euros mensuales. Cuando ocupó su escaño en el Parlamento, con 26 años, hizo la obligada declaración de patrimonio en la que no aportó propiedades y solo una cuenta corriente con 1.675 euros.