Leo con inquietud la noticia sobre el aviso del jefe de maquinistas. Fue el 26 de diciembre del 2011, es decir, menos de un mes después de inaugurarse la línea. Me pregunto, nuevamente con inquietud, si los vecinos de Angrois hemos vivido dos años bajo el riesgo de ser arrollados por el AVE o como quieran llamar los de ADIF a ese pato espachurrado. Me pregunto si a día de hoy, tras el accidente, estamos seguros transitando por las pistas paralelas a escasos metros de la vía, si se puede dormir tranquilamente en las viviendas pegadas a la misma. Quién nos garantiza que no pueda volver a suceder una catástrofe, porque yo no me aclaro si hay o no ASFA, ERTMS o freno de mano. Ahora mismo, con las fuertes lluvias, el terraplén entre los puentes de la Vía de la Plata y de la Chaparra se está viniendo abajo. Porque más vale prevenir, la Asociación de Vecinos de Angrois se lo ha notificado al jefe de Mantenimiento de ADIF, quien garantiza que el problema está controlado. Pero uno teme y duda y rememora una carta -«El AVE corre demasiado»)- que publicó este mismo diario también en diciembre del 2011, en la que 200 vecinos de Angrois reclamaban al Concello de Santiago el soterramiento de las nuevas vías, solicitud rechazada con la argumentación de que el talud no daba la altura suficiente, hecho que el falso túnel del Castiñeiriño vino a desmentir. Uno rememora también los bruscos cambios en el proceso de expropiaciones, que en principio se llevaba por delante el campo de la fiesta y varias viviendas que finalmente se mantuvieron en pie. Todo son dudas, medias verdades o mentiras, pero si el informe del jefe de maquinistas de Ourense es cierto, que no lo dudo, los vecinos de Angrois ahora sí merecemos el calificativo de héroes y una explicación por ese batiburrillo que conforman PP, PSOE, ADIF, Renfe, Ministerio de Fomento y no sé cuántos organismos más que se excusándose unos en otros declinan una investigación seria sobre al accidente y la seguridad de la vía. Deberían tomar nota de los investigadores de la Universidad de Umea (Suecia), la de Oporto, el Centro de Catástrofes de Finlandia y el congreso europeo de Bilbao. Estos científicos se lo toman en serio y quieren aprender y sacar conclusiones. Y yo quiero vivir tranquilo.