Deconstruyendo a Robin Hood

GALICIA

08 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La postura de CiU hacia el AVE gallego y otros proyectos es como estos cónyuges que, decididos a divorciarse, hacen la puñeta al otro por encima del umbral de lo soportable, como una dramática traca final donde ya todo vale. Un sector de la coalición nacionalista está decidido a la ruptura con el resto del país, pero mientras esta no se produce pretenden aumentar la cuota presupuestaria de sus infraestructuras cuestionando prácticamente todo lo que se construye fuera de Cataluña. Ahí no distinguen mucho entre aeropuertos que no tienen aviones y líneas de alta velocidad, como la gallega, que son troncales, es decir, que están pensadas para vertebrar un país tradicionalmente volcado al Mediterráneo.

Por supuesto que se pueden poner en duda algunos proyectos de alta velocidad, pero no precisamente los que, como la línea catalana, forman parte del diseño básico de un ferrocarril que se había quedado relegado por la fiebre del automóvil privado. Pero quienes quieran convencer a ciertos nacionalistas catalanes de la necesidad de vertebrar España son tan voluntaristas como ilusos. Ellos están preparándose para dar el portazo final y les importa muy poco estas menudencias territoriales que preocupan a los pobres del noroeste.

Las preguntas a la Comisión Europea del eurodiputado Ramón Tremosa entran de lleno en esta deslealtad predivorcio: quienes protestan airadamente ante cualquier intento de recortar su autonomía reclaman a la UE que monitorice las decisiones soberanas de España respecto a su inversión en infraestructuras, azuzándolos de forma insolente para que quite a los pobres para volver a dárselo a los ricos. Algunos políticos de CiU invierten la política clásica de Robin Hood sin despeinarse.

Hoy Cataluña se convierte en la primera comunidad con todas sus capitales de provincia unidas por un tren de alta velocidad al que han contribuido con sus impuestos muchos ciudadanos europeos, entre ellos los gallegos. En Galicia se recibirá con alegría, pues se celebra el bienestar de los hermanos catalanes. Sobre todo algunos emigrantes gallegos y de otras zonas deprimidas de España, expulsados de su tierra a la emigración, que sufrieron aquellos interminables viajes en tren a Centroeuropa. Estos sí que sabrán valorarlo.