Martirio. Es la palabra más repetida por los jóvenes universitarios para referirse al viaje en autocar a Lugo, A Coruña o Santiago. Regresar a casa el fin de semana supone toda una proeza, igual que volver el domingo. Laura López Fernández (Xove, 1991) estudia Educación Social en A Coruña: «Antes, os domingos, desde Viveiro, había un bus ás tres e outro ás sete menos cuarto, pero este era moi largo e ía no das tres; agora sae un de Burela ás seis e cuarto e chegas arredor das nove». La situación se complica en sentido inverso: «O venres quitaron o bus das sete e cuarto e ao ter clase pola tarde teño que vir ata As Pontes e alí recóllenme meus pais». «É un martirio», resume Laura.
«Los buses tratan de hacer todo el servicio lo mejor posible para la gente y en el menor tiempo posible; pero si en recorrer 180 kilómetros se tardan tres horas es porque son muchas paradas», recalcan desde Arriva. Pero estos argumentos no convencen a Carla Rouco Lage (Xove, 1992), estudiante de Magisterio en Compostela. «Vas por pobos nos que non ves nin un habitante, case catro horas», lamenta. Y no entiende «como sendo tanta a xente de Viveiro e A Mariña que estudia en Santiago podemas estar tan mal comunicados», en pleno siglo XXI.
Carla también se queja de los precios, a pesar de los bonos de descuento. Su mejor opción para desplazarse pasa por viajar en autocar hasta Ferrol y allí subirse al tren, «máis cómodo», hasta el apeadero de Xove. «Veño cada 15 días porque todo isto non te anima moito», reconoce. Laura Rivas Fernández (Area-Viveiro, 1990) cursa tercero de Magisterio (Educación Primaria) en Lugo y tarda dos horas en volver a casa (por la costa son tres). Los domingos tiene más suerte y retorna en coche con el padre de una compañera.