Pero esta y otras amenazas parecidas podrían controlarse. Primero con programas específicos para la detección de estos astros y, segundo, con iniciativas como la cancelada AIDA, dirigida a comprender a los asteroides para poder desviarlos. El proyecto preveía que la ESA lanzase en el 2020 una nave en dirección a un sistema binario de asteroides: uno grande, Didymos, y otro más pequeño, Didimoon, que orbita a su alrededor. Seis meses después, una nave de la NASA impactaría contra el objeto pequeño, un suceso que sería registrado y analizado por el satélite europeo.
La aportación española
El estudio del asteroide Cheliábink, que explotó en el 2013 sobre cielo ruso, ha dado pistas para el desvío de estos objetos celestes. El trabajo, una colaboración internacional dirigida por el CSIC, se centró en el estudio de la composición del meteorito, de su estructura interna, su densidad y de otras propiedades físicas fundamentales para determinar el éxito de una misión encargada de lanzar un proyectil cinético para desviar la órbita de un objeto celeste que amenace la Tierra. La investigación, coordinada por Josep María-Trigo (en la foto) , analizó de manera rigurosa y sistemática las propiedades de los materiales que forman el asteroide.