Condenada por descuidar al conductor

Por Óscar Ayerra

MOTOR ON

Alfonso Pérez Dorado

Una sentencia sindical obligó a su propietaria a cambiar la estética de este Hotchkiss AM 2 de 1932. Una marca francesa que, además de ganar seis ediciones del Rali de Montecarlo, generó diseños muy elegantes basados en líneas puras y armónicas en el primer tercio del siglo XX, antes de desaparecer en 1955.

17 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Lujoso, armónico, elegante, pero abusivo con el conductor. Así pudo definir un tribunal francés a mediados del siglo XX este vehículo, obligando a su propietaria, mediante una sentencia sindical, a cubrir los asientos delanteros para evitar así que el chófer viajase a la intemperie. Imposición que la propietaria, una actriz francesa, cumplió, como puede verse en las fotos. Sin embargo, tal fue su decepción estética, según cuenta la nieta de aquel chófer, que la artista decidió deshacerse de él y se lo regaló al propio conductor.

Concepto de lujo

A principios de los años treinta, presentar al conductor sin capota resultaba un signo de distinción. El concepto buscaba destacar con elegancia la figura de su propietario, de hecho correspondía a un tipo de armazón externo muy extendido.

Denominada Limousine, este tipo de carrocería de automóvil estaba orientada a una clientela de alto poder adquisitivo donde tener chófer personal resultaba una obviedad.

En 1920 existían casi 30 tipos diferentes de carrocerías, nombres como landaulet, cabriolé, tonneau o limousine definían distintas terminaciones para la zona de conductor y viajeros. Unas denominaciones que los fabricantes de automóviles habían heredado del transporte tirado por caballos, perdiendo con el tiempo, en muchos casos, su concepción inicial.

La denominación Limousine definía en el primer cuarto del siglo XX unas características muy concretas. El diseño ubicaba el espacio principal y por tanto el más importante en la zona de pasajeros. Este habitáculo noble estaría cerrado y protegido del exterior. Además, contaría con un maletero y una zona de conductor separados de aquel. Un concepto diferente del actual, pero cuyo origen, según algunos autores, se remontaría a los carruajes ligeros de caballos del siglo XVII de la zona de Limousin, en la región francesa de Limoges. El carruaje, de un solo caballo y dos ruedas, ubicaba al cochero o manejador de caballos en una zona separada de la de pasajeros.

A CIELO DESCUBIERTO

Aunque hoy nos parece un absurdo, este tipo de solución constructiva no resultaba nada chocante en los primeros momentos del siglo XX. De hecho, la mayoría de los vehículos construidos eran abiertos. Aunque la capota era un elemento utilizado, no todos los fabricantes lo aportaban. En aquellos momentos, la idea de conducir un vehículo se tomaba como una actividad de exterior. Las condiciones atmosféricas duras resultaban, en muchas ocasiones, incentivos para este tipo de experiencia sobre ruedas. Los conductores y acompañantes estaban expuestos a las inclemencias del tiempo, lo que obligaba a llevar ropa especial de abrigo. Además de gorros, gafas o guantes, el abrigo largo de piel natural, cuero o lana era parte esencial de la indumentaria de un buen chófer. De ahí que algunos constructores, en los años veinte, no viesen necesario cerrar estos habitáculos. Por poner otro ejemplo, tres de las únicas seis unidades del Bugatti Royale construidas entre 1926 y 1933, arquetipo de lujo y belleza, dejaban exento al conductor.

Histórico por partida doble

Esta unidad, propiedad de la Fundación Jorge Jove desde el año 2000, fue adquirida a la nieta del propio chófer. Un auto que, además de su valor como patrimonio automotriz, posee, en su vertiente jurídica, una historicidad que lo hace único. La antigua propietaria aseguraba que dicha resolución supuso la primera de este tipo en Francia, aunque es un hecho que no está demostrado.

Este vehículo será exhibido en el futuro Museo de Automoción e Historia (MAHI), de la Fundación Jorge Jove. Un espacio expositivo de máximo nivel donde la historia de la automoción estará presente a través de soluciones didácticas singulares. Piezas únicas en el panorama mundial de marcas como Hispano Suiza o Pegaso serán parte de su oferta y esencia museística.

Hotchkiss, una marca refinada y poco conocida

Conservada en su estado original, esta unidad pertenece al comienzo de la edad de oro de la marca que desapareció en 1955. Con una larga trayectoria como fabricante de armas de fuego estadounidense, la fábrica Hotchkiss se instaló en París en 1875 por invitación de Napoleón III. Recapitalizada por inversores británicos en 1885, se especializó en tratamientos de acero y maquinaria de precisión, por lo que resultó obvio que la floreciente industria automovilística acudiese a este fabricante solicitando sus servicios a finales del XIX. Grandes marcas de la época como Panhard & Levassor, De Dietrich o Dion Bouton, entre otras, realizaron diferentes pedidos de piezas como pistones o cigüeñales y más tarde motores completos. Finalmente, en 1904 salía a la luz el primer auto Hotchkiss, el typo C, basado en el Mercedes Simplex.

Durante los diez años siguientes más de 15 modelos salieron de la fábrica de Saint-Denis, cercana a París, con motorizaciones de entre 4 y 6 cilindros, llegando a ser algunos modelos rivales directos de los mejores fabricantes del momento. Con la Primera Guerra Mundial la construcción se unifica casi exclusivamente en material armamentístico, además, se establece una nueva planta en Inglaterra (Coventry) para el mismo fin. Tras el conflicto bélico, ambas plantas reanudan la fabricación de vehículos. Después de varios modelos sin demasiado éxito, la firma decide en 1923 concentrarse en un producto único para abaratar costes. Aparece el AM, del que en los siguientes años lograron vender unas 3.000 unidades. Aunque sin llegar a ser un modelo de éxito, sí permitió a la marca superar el bache de la posguerra.

El renacimiento

En 1926 aparecía la versión AM 2, con un motor rediseñado. Este nuevo modelo destinado para la clase media-alta contaba además con múltiples y diferentes mejoras técnicas y se convertiría en el icono del despertar de la marca con nuevos motores y carrocerías. Como atractivo estratégico, a partir de 1929, utilizan nombres de regiones francesas y balnearios para denominar a sus modelos y carrocerías, llegando a denominar, hasta el final de sus días, a más de 30 versiones. Los años treinta resultaron muy prósperos para la marca no solo en ventas, sino también en competición, pues ganó en seis ocasiones el Rali de Montecarlo entre 1932 y 1950, con autos casi de calle con pequeñas mejoras técnicas, dando una imagen de fiabilidad y deportividad que le reportaron altos beneficios.

Tras el parón de la Segunda Guerra Mundial, en 1948 retoma la fabricación de vehículos añadiendo una oferta más variada como camionetas y tractores admás de presentar un nuevo vehíuclo de estética más moderna, el Gregoire. Sin embargo, las ventas no terminaban de mejorar las maltrechas arcas tras el parón bélico. Los problemas económicos impedían modernizar su oferta. En 1954 se fusiona con Delahaye en un intento de supervivencia, pero a principios de 1955 se interrumpe definitivamente la producción de automóviles.

La producción de todoterrenos, sin embargo, bajo licencia Willys-Overland, planificada con anterioridad, sí tuvo continuidad. En 1956 Hotchkiss fue absorbida por Brandt, un fabricante de electrodomésticos, que a su vez lo sería por Thomson-Houston, que siguió con la producción de vehículos militares hasta 1971.