La Sala indica la dificultad que debe representar «atentar contra la vida del presidente del Gobierno, lo que haría pensar que la ideación del acusado estaría próxima a lo descabellado y por ende ante una propuesta no creíble ni en consecuencia factible». Y aunque admite que no hubo un plan definitivamente urdido, tramado y menos aún concluido, subraya también una circunstancia «indicativa de la alta peligrosidad»: el arsenal de armas que se le intervino tanto en su domicilio como en su coche, sin obviar su afición por el tiro.
Tras analizar sus mensajes, el tribunal afirma que ha quedado acreditado que expresó, «cada vez con más ahínco», «una fijación inquebrantable su voluntad de dar fin a la vida del presidente del Gobierno». Por tanto, «por embrionaria que fuera» la fase en la que se encontraba, tenía la «persistencia, fijación y desvelada determinación» de «causar la muerte» de Pedro Sánchez y recabó además «de forma reiterada la ayuda que requería en pro de su pertinaz idea criminal».