El PSOE y, obviamente, la UPL, en la oposición en las Cortes de Castilla y León, tampoco apoyan esa propuesta. Pero la miga está en el PP, partido mayoritario en la comunidad (aunque ha perdido su histórica absoluta) porque lo que ha hecho José Antonio de Santiago-Juárez es meter una cuña en el partido tras la marcha de Juan Vicente Herrera. El PP es un partido con fuertes divisiones en la comunidad, en la que el veterano presidente -un barón del partido, elogiado en innumerables ocasiones por Feijoo- hacía de pegamento. Ausente Herrera y con un proceso de sucesión duro que terminó encumbrando a Alfonso Fernández Mañueco (actual presidente de la Junta), los dardos han seguido cayendo. «No tiene sentido plantear algo que él nunca se atrevió a plantear desde la consejería de Presidencia. Si lo hace ahora es para putear», apuntaban fuentes de la dirección del PP al diario La Nueva Crónica de León.
Pero la bola ha seguido moviéndose, y en un territorio creado a la fuerza, con recelos entre las provincias que conforman los dos antiguos reinos, es una incógnita saber dónde acabará cayendo.