Zapatero rompe el ritmo al PP

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

07 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Algunos socialistas veían tan mal lo suyo hace sólo diez días, que ahora les resulta difícil contener la euforia. Y no hay para tanto. Lo único cierto es que el presidente Zapatero ha conseguido entrar ligeramente destacado en la meta volante del debate del estado de la nación, un pequeño puerto de montaña anunciado en el último tramo de la carrera, que los populares tenían esperanzas de coronar por delante. Y hay algo más: ZP ha conseguido, en cierto modo, romper momentáneamente el ritmo del Partido Popular, sobre lo que tenían programado. Pero hay mucha carrera todavía. Han sido dos golpes inesperados en la cúpula del PP: el debate parlamentario estrella que el presidente ganó contra pronóstico, y un atinado cambio de Gobierno. Contra pronóstico porque Zapatero estaba como desaparecido desde la bomba de la T-4 y los populares contaban con darle la estocada parlamentaria. Sólo se le vio resucitado en la reciente cumbre europea donde se hizo notar junto a Sarkozy y Angela Merkel . Por el contrario, quien le recomendó a Mariano Rajoy que sintonizara con los estrambóticos gemelos que gobiernan Polonia debería ser cesado. Una reforma corta Y cambio de Gobierno sin duda atinado, aunque mejor hubiera sido ampliarlo a alguna cartera más. Por lo menos en Galicia y en Cataluña, se hubiera celebrado un relevo en Fomento por considerarse comunidades castigadas, una por el AVE y otra por el fiasco de trenes de cercanías. Zapatero, que comenzó con un Gobierno de circunstancias por aquello de que su victoria no estaba demasiado prevista, ha ido haciendo reformas interesantes a lo largo de tres años. ¿Tendría alguna razón Aznar cuando le espetaba a Felipe González que «los socialistas sólo aciertan cuando rectifican»? El jefe del Ejecutivo metió a Pérez Rubalcaba en Interior -especie de tercer vicepresidente, aunque sin título-, licenció de Defensa al incómodo Pepe Bono sustituido por el eficaz Alonso , nombró en Educación a Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo para arreglar los desperfectos de su antecesora, mandó a López Aguilar a conquistar Canarias y puso a Fernández Bermejo en Justicia para que no se arrugara ante el mundo judicial. Sólo se le coló a disgusto Clos en Industria, en el hueco dejado por Montilla para acudir al relevo, exitoso por cierto, de Maragall . Ahora le da peso intelectual al Gobierno con dos personajes de primera, el científico Bernat Soria y el poeta César Antonio Molina , que viene de realizar una magnífica labor en el Instituto Cervantes. Bernat Soria, reconocido a nivel internacional por su investigación sobre células madre, fue perseguido literalmente en época de Aznar por el Ministerio de Sanidad que ahora dirigirá. La Iglesia española se ha soliviantado porque también le han roto el ritmo, con sus púlpitos disparando contra la asignatura de educación cívica. «Esta Iglesia hace algunos siglos, por lo mismo, hubiera mandado a Bernat Soria a la hoguera», comentaba un destacado portavoz de posiciones socialistas. Quizás siglos después, como en el caso de Galileo, hubiera reconocido su error. Pero afortunadamente para Soria y para Zapatero lo de las hogueras no se lleva. Del nuevo ministro de Sanidad se espera una buena gestión y no se cansa de repetir que es médico, que ejerció y que tiene la política sanitaria a aplicar en su cabeza. ZP traslada también a Elena Salgado a la cartera de Administraciones Públicas, porque ya estaba quemada con lo del tabaco y otras guerras, a costa de prescindir de Jordi Sevilla , un valenciano con el que en realidad nunca llegó a entenderse. Sevilla, intelectual interesante, crítico con el presidente, se resistirá a que lo manden a Valencia a poner orden en el PSOE regional, donde ya lo esperan atrincherados. Y el cambio de ministras en Vivienda era el uno en la quiniela. La extremeña Trujillo sólo esperaba fecha de salida y a la catalana Carme Chacón se le veía como ministra desde el minuto uno. «Zapatero se lo debía», se ha escrito. Insuficiente explicación. Chacón, de 36, es la apuesta para remover a la anquilosada juventud española que no vota y a la abstencionista población catalana desengañada con la política por la mala gestión del Estatut. Se sabe que Pepe Blanco ha encargado un estudio sobre la abstención en la provincia de Barcelona para saber si es estructural o coyuntural, porque el granero socialista catalán está en crisis y, por más que las encuestas de aceptación den bien, si se quedan en casa, Zapatero no renovará. Cabecera para Barcelona Pero hay más: con Carme Chacón ministra, ya está decidida la cabecera de cartel en Barcelona para las próximas generales. Si Clos no lo ha visto así es que anda muy despistado. Hace tres años encabezó Montilla. Mujer, joven, ministra y suficientemente preparada. «Los jóvenes quieren pisos, no explicaciones», ha apuntado ya. Y es evidente que en ocho meses eso no se arregla pero, al menos, debe esperar Zapatero, se pueden sembrar las oportunas esperanzas. El Partido Popular reaccionará a ese cambio de ritmo contestado, a bote pronto, con más de lo de siempre sobre ETA, a base de «actas, actas», que algún humorista asimila al «programa, programa» de Anguita. Reaccionará. La euforia socialista es excesiva. Hay partido.