Nueva vuelta de tuerca del BCE: eleva los tipos de interés otro cuarto de punto, hasta el 4,25 %

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Christine Lagarde, presidenta del BCE
Christine Lagarde, presidenta del BCE WOLFGANG RATTAY | REUTERS

El Eurobanco sigue la estela dibujada este miércoles por la Reserva Federal estadounidense y deja la puerta abierta a una posible pausa

27 jul 2023 . Actualizado a las 20:11 h.

Pocas eran las dudas que albergaban los analistas sobre la dirección del movimiento de ficha que había de hacer hoy el Banco Central Europeo. Su presidenta, Christine Lagarde, lo había dejado bastante claro hace algunas semanas, cuando rindió cuentas de la anterior reunión del consejo de gobierno de la máxima autoridad monetaria del euro, la celebrada en junio: «Es muy probable que sigamos aumentando los tipos en julio», dijo entonces. Y si a eso le añadimos que la Reserva Federal (Fed) venía de aplicar la víspera un incremento de un cuarto de punto al precio oficial del dinero, dejándolo en el nivel más alto de los últimos 22 años, añadiendo con la medida presión sobre el BCE: blanco y en botella. O casi.

Al final, lo fue. El guardián del euro se ajustó al guion, en cuanto a la decisión y su cuantía, e incrementó el tipo de referencia otro cuarto de punto, hasta el 4,25 %, el nivel más alto desde julio del 2008. Lo mismo con el de los depósitos, hasta el 3,75 %.

Con la inflación bajando (en junio pasó del 6,1 al 5,5 % en la eurozona y en tres países: España, Bélgica y Luxemburgo, incluso se situó por debajo del 2 % que persigue el BCE) y el grifo del crédito a medio gas, esperaban los mercados una señal para hacerse una idea de cuándo pondrá el Banco Central Europeo fin al ciclo de subida de los tipos de interés. Se la sirvió, aunque no en bandeja, la propia Lagarde.

De lo dicho ayer por la presidenta del BCE tras el consejo no se puede concluir con precisión cuándo llegará el ansiado final, sobre todo para los más de cinco millones de familias españolas que andan con la soga de la hipoteca al cuello. Pero, por primera vez en un año, desde que comenzó la escalada, Lagarde dejó ayer la puerta abierta a la esperanza.

El consejo de septiembre (en agosto no hay, que también en el BCE se van de vacaciones), dijo la francesa, «puede ser decisivo». «Decidiremos si subimos tipos o hacemos una pausa», añadió. No es mucho, pero es mejor que nada. Al menos introdujo en su discurso la palabra pausa, que en el siempre críptico lenguaje de los banqueros centrales, no es poco. Hacía muchas reuniones que la presidenta no anticipaba con claridad cuál iba a ser el camino a seguir en la siguiente cita.

Europa fragmentada

Hasta ahora, han sido los halcones —los guardianes de la ortodoxia monetaria: Alemania y sus satélites— los que le han marcado el paso a la institución que pilota Lagarde: los tipos han subido sin cesar desde el 0 al 4,25 %.

A toda velocidad. Todo con tal de domar la inflación, que en territorio germano sigue campando a sus anchas (6,5 % en junio), mientras que en otros países como España la están metiendo en cintura (aunque eso no quiera decir que los bolsillos de los hogares no estén sufriendo los rigores de la escalada: los alimentos siguen por las nubes y las hipotecas no paran de apretar).

Puede que los teutones estén dispuestos a sacrificar crecimiento por aplacar ese miedo atávico tan suyo a los precios disparados; pero en suelo de las palomas suenan tambores de rebelión. No están por esa labor.

Con todo, una subida de tipos que volverá a encarecer las hipotecas de los españoles y el coste de financiación de los productos que contraten. Hace un año, el euríbor, al que están referenciados la imensa mayoría de los créditos para vivienda en España, rondaba el 1 %, ahora está por encima del 4 %. Por una hipoteca de 150.000 euros 25 años con un diferencial de un punto porcentual sobre el euríbor, se pagan ahora 340 euros más al mes que entonces. Casi nada.