Más del 95 % del patrimonio de las clases medias proviene de herencias

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

JOSE PARDO

La OCDE, contra los incentivos a los legados en vida por perpetuar la desigualdad

12 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de cada tres hogares españoles ha recibido una herencia o una donación significativa en algún momento de su vida. Según un informe sobre los impuestos de sucesiones y donaciones publicado ayer por la OCDE, la herencia media en España es la tercera mayor del bloque de las 37 economías más desarrolladas del mundo, con 105.340 euros, solo por detrás de Austria (118.600) e Italia (106.000), adelantando incluso a países más ricos como Luxemburgo, Alemania o Francia.

Y cuanto más adinerada es la familia, más probabilidades tiene tanto de recibir un legado como de que este sea de una cuantía más elevada. De hecho, en el 20 % de los hogares con más renta, el importe medio de la herencia se sitúa ligeramente por encima de los 300.000 euros, mientras que en el 20 % más pobre no llega a los 5.000, al excluir en muchos casos bienes inmuebles.

Sin embargo, cuando se mide el peso que tienen esos legados en el patrimonio de las familias que los reciben, se concluye que las más beneficiadas, al menos en términos relativos, son las clases medias y trabajadoras. En España, más del 95 % de la riqueza de estas proviene del dinero y los inmuebles que les dejaron sus padres y abuelos.

De ahí la intensidad con la que se aborda siempre en el debate público la fiscalidad de herencias y donaciones, cuya voracidad desmiente la OCDE. Estos tributos aportan apenas uno de cada doscientos euros que recauda el Estado, en concreto un 0,58 % de los ingresos fiscales en España, cuando en la década de los setenta su contribución era del doble. Señala el organismo que la campaña contra estos tributos, que en ciertos círculos políticos e incluso económico se critican calificándolos de doble imposición o de impuestos a los muertos, ha contribuido a su impopularidad y ha desembocado en la aprobación de una cascada de exenciones y bonificaciones que han acabado por erosionar los ingresos públicos y por perpetuar desigualdades.

Y es que la concentración de la riqueza ha aumentando y, según el diagnóstico de la OCDE, lo seguirá haciendo en los próximos años, ya que, por un lado, las transferencias de riqueza serán cada vez mayores (por una revalorización de los activos, en parte por las políticas expansivas de los últimos años) y, por otro, porque las bajas tasas de natalidad hacen que se repartan entre cada vez menos herederos, que reciben estos legados más tarde, por el aumento de la esperanza de vida. Un cóctel que incrementará la brecha entre una generación de propietarios de edad avanzada y otra de jóvenes con serios problemas para acceder a una vivienda, por los altos precios.

Por todos estos motivos, los expertos de la OCDE llaman a revisar los impuestos de sucesiones y donaciones, frenando la carrera a la baja en la que han entrado países como España. En concreto, invita a «considerar reducir las exenciones y bonificaciones para las que no hay razones de peso y que suelen ser regresivas», como el cobro de planes de pensiones de los fallecidos o las bonificaciones por la transmisión de empresas familiares, que se justifican por la continuidad de los negocios pero que el organismo tilda de «innecesariamente generosas». 

Herencias en vida

De la crítica de la OCDE no se libran tampoco los incentivos fiscales a las herencias en vida, una figura muy empleada en Galicia, especialmente en los últimos años, al elevarse el límite exento a un millón de euros, igual que en las sucesiones por causa de muerte. Explican los expertos que «favorecer las transferencias de riqueza hacia las generaciones jóvenes reduce la desigualdad intergeneracional», pero la aumenta entre las personas de la misma edad, ya que se crea una desigualdad de oportunidades entre los jóvenes, por ejemplo en el acceso a la vivienda. Por ello, aboga por «limitar las ventajas fiscales a las grandes transferencias» y fijar la imposición de esas herencias en vida sobre el montante total recibido, no sobre cada donación por separado.

A juicio del organismo, la pandemia puede actuar como un catalizador en la revisión de los impuestos de sucesiones en los países ricos, por la presión para equilibrar las cuentas públicas y el crecimiento de las desigualdades. Agotada, o muy limitada, la vía de lograr ingresos adicionales a través del IRPF o el IVA, sobre todo por su potencial impacto en la recuperación, entienden los expertos que «la crisis probablemente suscitará una reflexión sobre la necesidad de recurrir a fuentes de ingresos nuevas o infrautilizadas, que a su vez contribuyen a los objetivos de reducción de la desigualdad». Eso sí, advierten que «los impuestos sobre las herencias no son una fórmula mágica y deben complementarse con otras reformas».