Las gallegas ganan casi 4.600 euros anuales menos que los hombres, y esa brecha salarial, que rebasa el 27 %, se ha incrementado en la comunidad desde el 2005, en lugar de reducirse

Ana Balseiro
Redactora

Como cada 8 de marzo, las mujeres toman las calles reclamando igualdad en todos los ámbitos. El salario no es una excepción, porque, pese a los brotes negacionistas, las estadísticas ponen -tozudas- negro sobre blanco no solo la existencia de una brecha retributiva de género, sino su persistencia.

El último informe del sindicato de técnicos de Hacienda (Gestha), Brecha salarial y techo de cristal, cifra en el 27,3 % o, lo que es lo mismo, en casi 4.600 euros brutos al año, el dinero que, de media, perciben de menos las trabajadoras gallegas en comparación con sus compañeros varones. Aunque el estudio sitúa a la comunidad ligeramente mejor que el conjunto del país (la diferencia en España se acerca a los 5.000 euros, un desfase del 28,6 %), desvela, sin embargo, un dato preocupante, ya que la brecha creció en Galicia, comparando los datos del 2018 (último ejercicio disponible de la Agencia Tributaria) con los del 2005.

55 euros más en 15 años

Si hace quince años las gallegas tenían en su bolsillo 4.517 euros anuales menos que los hombres, en el 2018 su desventaja había crecido en 55 euros, hasta los 4.572. La misma evolución negativa se repitió en Madrid (la brecha se disparó en 100 euros, hasta los 7.667) y en La Rioja (con 5.111, 32 euros).

Ante este escenario, las perspectivas de alcanzar la equiparación salarial se retrasan dramáticamente en el tiempo, pues si Gestha estimaba en su informe de hace doce meses que las gallegas tardarían nada menos que 615 años en conseguirlo (sin políticas activas), en esta ocasión, al ampliarse la diferencia en lugar de menguar, no pueden ni calcularlo. En el conjunto del país y al ritmo actual, estiman que haría falta un siglo (105 años en concreto) para suturar la brecha, por lo que reclaman la puesta en marcha de medidas que aceleren el fin de las desigualdades.

También los sindicatos ponen el foco sobre las abultadas diferencias salariales entre ellas y ellos. En sendos estudios recién publicados, tanto CC.OO. como UGT sitúan la brecha en Galicia en 5.488 euros, de modo que una trabajadora debería ganar un 22,6 % más para alcanzar la retribución media anual bruta de un varón, que los últimos datos del INE (del 2017) sitúan en 24.321,64 euros.

La diferencia de 1.000 euros que reflejan los estudios de Gestha y los sindicatos se explica porque mientras que el primero toma las estadísticas de sueldos de la AEAT, los segundos se basan en la encuesta de estructura salarial del INE. Esta última, a diferencia de la de Hacienda, incluye otros costes, como cotizaciones sociales, además del dinero que cobra el trabajador.

En lo que hay completa coincidencia es sobre las causas del agravio salarial de las mujeres: empleos más precarios -temporales, a tiempo parcial y en sectores peor retribuidos- y la penalización extra que suponen la maternidad y el cuidado familiar.

Una desigualdad crónica que marca desde el acceso al mercado laboral hasta la pensión

Con idéntica formación, ¿es más difícil encontrar trabajo para una mujer que para un hombre? En teoría, no debería, dado que la Constitución consagra la igualdad, independientemente del sexo. En la práctica es otra cosa. Y es que, según un estudio del Observatorio Social de La Caixa, ellas tienen un 30 % menos de probabilidades que ellos de ser citadas para una entrevista de trabajo, tras enviar el currículo.

El porcentaje escala al 36 % en el caso de que sean madres, mientras que cuando las candidatas tienen un alto nivel de preparación para el puesto y no tienen hijos, las diferencias casi desaparecen. De ello infiere el estudio que la «discriminación en los procesos de contratación no se debe tanto a prejuicios negativos hacia las mujeres, sino más a estereotipos de género, según los que son vistas como menos comprometidas con el empleo y más orientadas a la familia».

La losa de los cuidados

Este mismo asunto lo aborda CC.OO. en el informe Mercado de traballo e coidados: a dobre xornada das mulleres galegas, presentado esta semana por la secretaria de Muller e Igualdade del sindicato, Mamen Sabio. Pone de manifiesto la enorme segregación laboral que supone la asimetría en la asunción de los cuidados familiares (a criaturas, mayores o enfermos), que recae mayoritariamente en las mujeres. No es solo que más del 78 % de las excedencias sean femeninas, sino que el 87,9 % de las personas que ni tienen ni buscan empleo debido a las responsabilidades familiares son mujeres, igual que el 97 % de quienes trabajan a jornada parcial.

Empleos más precarios y peor retribuidos -el 36 % de las asalariadas gallegas tienen ingresos menores o iguales al salario mínimo, apunta UGT en su último análisis-, techos de cristal que impiden ascender, carreras laborales discontinuas y más cortas... La lista de la desigualdad es larga y desemboca, como recuerda este sindicato, en otra brecha, la de las pensiones. Dado que se cobra en función de lo cotizado, la jubilación media de las gallegas es un 36,3 % inferior a la de sus compañeros.

En los consejos de administración ni se atisba la paridad

La Bolsa madrileña acogió esta semana un simbólico toque de campana por la igualdad de género. Fue el momento que, como maestra de ceremonias, aprovechó la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, para abogar por «nivelar el terreno de juego» en el que compiten hombres y mujeres, dado que la asimetría se mantiene. Así lo confirma el último informe del IESE sobre la presencia femenina en los consejos de administración del mercado continuo español (128 compañías), y lo corroboran otros como el de Informa D&B, que constata que la proporción de mujeres en los máximos órganos de administración de las empresas ha variado muy poco desde que en el 2007 se aprobó la Ley de Igualdad.

Según el IESE, aunque en el 2019 se incrementó un 2,8 % (32 nuevas consejeras, hasta sumar 300, en la subida más vigorosa en la historia del estudio, que se actualiza desde el 2015), la cifra de mujeres apenas rebasa el 23 % de los casi 1.300 miembros de los consejos, es decir, todavía está muy lejos de la paridad (mínimo del 40 %) y a siete puntos del 30 % femenino que la CNMV recomendaba para este año.

De hecho, 13 cotizadas no tienen a ninguna mujer en su máximo órgano de administración y otras 28 solo a una. Se confirma, además, la evidencia de que su presencia tampoco se traduce en poder, puesto que solo el 4 % (en términos absolutos, cinco féminas) son consejeras ejecutivas. Todas ellas se concentran en el Ibex 35, que, con 124 puestos femeninos en 455 asientos (el 27,25 %), funciona como locomotora en este trabajoso avance. Por sectores, finanzas -Ana Botín, del Santander, es la única presidenta ejecutiva del selectivo-, tecnología y energía tienen mayor peso femenino, mientras que el inmobiliario es el farolillo rojo.