Fernández de Sousa ocultó a accionistas críticos con su gestión el agujero de Pescanova

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

ana balseiro

Luxempart y Cartesian se enteraron del problema por la prensa

13 feb 2020 . Actualizado a las 08:23 h.

Peter Yu y François Tesch, responsables respectivamente de Cartesian y Luxempart, los fondos americano y luxemburgués que entraron en el capital de Pescanova en el 2011 aprovechando la salida de Novacaixagalicia, describieron ayer en la Audiencia Nacional la estafa de Pescanova en primera persona. Ambos accionistas de referencia (Cartesian con el 5 %, pero fuera del consejo, y Luxempart con el 5,7 % y asiento en el órgano de administración) son, junto con el grupo Damm, críticos con la gestión del expresidente, Manuel Fernández de Sousa, y están personados en el proceso como acusación particular. Relataron cómo lo que había comenzado como una inversión «atractiva» en una compañía de futuro prometedor se transformó en un monumental engaño.

A preguntas del fiscal Anticorrupción Juan Pavía explicaron que su inversión -más de 20 millones Cartesian y 52 Luxempart- actualmente valía «cero», después de que el 27 de febrero del 2013, de la noche a la mañana, el consejo pasase de disponerse a aprobar unas cuentas anuales con 36 millones de beneficios y poco más de 1.000 millones de pasivo a acordar el preconcurso.

Como el rey desnudo de la fábula, se descubrió entonces que el gigante pesquero ocultaba una deuda real de 3.600 millones y casi 800 más de pérdidas. Ayer, ante el tribunal que juzga a la antigua cúpula de Pescanova, con Fernández de Sousa a la cabeza, aseguraron que nunca les informaron sobre la situación real de la sociedad. Acabaron enterándose por la presa del calado real de los problemas: Yu conoció así el concurso y Tesch la existencia de «discrepancias» entre la deuda bancaria y la contabilidad.

El «fraude» de las cuentas

«Como inversores, estamos acostumbrados a ayudar a las empresas cuando atraviesan tiempos difíciles, a lo que no estamos acostumbrados es al fraude», sentenció el presidente de Luxempart, que explicó cómo se esfumó su confianza en Fernández de Sousa, sobre el que tenía referencias de exitoso directivo.

«Viendo las cuentas públicas, no podíamos imaginar cuál era la situación real», señaló Tesch, que también destacó la importancia que para él tuvo, a la hora de invertir en Pescanova, que fuera BDO quien supervisase las cuentas. «Es la quinta auditora del mundo», subrayó, un aspecto que también resultó determinante para Cartesian, apuntó su director.

Tesch explicó que perdió su confianza en el expresidente de la pesquera gallega en la reunión en Madrid a la que Fernández de Sousa convocó el 25 de febrero a los accionistas de referencia. En ella les comunicó que había problemas con la venta del negocio del salmón de Chile, lo que generaba tensiones de tesorería. Les planteó que pusieran más dinero para sortearlas y hacer frente al vencimiento de una cuota del crédito sindicado.

Echar a BDO, una «maniobra»

El detonador se había accionado en Pescanova. Tesch, que pidió a Fernández de Sousa acudir al consejo del 27 acompañado por un abogado -se lo denegó-, expuso su preocupación y reclamó explicaciones. Las cuentas no se firmaron, lo que precipitó el preconcurso y la admisión ante la CNMV de «discrepancias» entre la contabilidad y la deuda real.

En el cruce de acusaciones entre el expresidente y BDO por la responsabilidad del desastre, Tesch se alineó con el auditor: «En la actitud de Manuel vi que quería desacreditar a BDO, echarle la culpa. Yo no podía juzgar, pero su propuesta de cambiar al auditor era una maniobra para ganar tiempo, y me opuse».

Fiscal y auditor se enzarzan por las sospechas en el control de cuentas

El fiscal Juan Pavía concluyó ayer su durísimo interrogatorio a Santiago Sañé, el socio de BDO responsable de auditar las cuentas de la pesquera, para el que pide tres años y medio de cárcel. Tanto en su primer día ante el tribunal como ayer, Sañé defendió el control hecho en Pescanova, pese a que jamás detectó la deuda ni las pérdidas reales que acabaron quebrando a la empresa, a quien acusó de engañarle. La lectura de la Fiscalía es diferente. Cuestionó repetidamente el trabajo del auditor, a quien acusa de un delito continuado de falseamiento de cuentas anuales y otro de falseamiento de información económica y financiera.

Exhibiendo abundante documentación (parte de los 20.000 folios de los papeles de trabajo de BDO aportados a la causa), puso a Sañé contra las cuerdas, dudando de la corrección de su auditoría. Le enfrentó a la difícil tarea de explicar cómo fue posible que no detectara los mecanismos del grupo para ocultar su deuda y así seguir financiándose.

Créditos documentarios o ventas ficticias a través de sociedades instrumentales fueron operativas sobre las que fue interrogado: «Se lo voy a decir más claro: ¿No le llamó la atención la mecánica de Pescanova?», le espetó el fiscal, al hilo de compraventas falsas, «pagarés, fechas que no casan...». «Ahora sabemos que no había base real en esas operaciones, pero entonces no», insistió Sañé. BDO -imputada como persona jurídica- respaldó que había trabajado conforme a la ley.