Fernández de Sousa: «Con mis sugerencias, Pescanova estaría en una situación extraordinaria»

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

benito ordoñez

Paz-Andrade niega que se pidiera dinero extra a los accionistas

13 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El expresidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, cerró este jueves tres días y casi veinte horas de declaración en la Audiencia Nacional subrayando que la gestión que le ha llevado al banquillo tras la quiebra de la empresa -está acusado de ocho delitos y se enfrenta a 28 años de prisión- es la misma que hizo de ella un gigante mundial. «Todo se hizo con la pretensión de que la empresa siguiera funcionando», aseguró a preguntas de su defensa sobre las prácticas «irregulares» de financiación que le imputa Anticorrupción, acusándole de ocultar con ellas una deuda inasumible de 3.600 millones.

No solo negó que maquillara las cuentas -nuevamente responsabilizó al auditor externo, BDO (también imputado), de no haber alertado de las prácticas contables incorrectas, como los polémicos «neteos» de activos y pasivos que, tras deshacerse, triplicaron la deuda- sino que subrayó que si el consejo hubiera seguido sus «sugerencias», «Pescanova estaría en una situación extraordinaria» y se habría evitado la debacle del 2013. «A posteriori es más fácil ver que habría sido así», indicó.

Entre las «sugerencias» que, a su juicio, habrían permitido esquivar el colapso financiero están, por ejemplo, haber sacado a bolsa el negocio de acuicultura en el 2012 (evitando la ampliación de capital del mismo año) o que los accionistas de referencia hubieran aportado temporalmente 50 millones de euros (en febrero del 2013) para, además de dar oxígeno a la maltrecha tesorería, elevar en esa misma cantidad el beneficio por la venta del negocio salmonero de Chile, que daba por hecho.

Defendió las inversiones «productivas, no especulativas» del grupo y cuyas exigencias de capital en época de crisis asfixiaron a la pesquera. «Hoy se consideran las mejores y más rentables del mundo», aseveró, desgranando los negocios acuícolas de Mira (Portugal), Xove (Lugo), Chile, Ecuador o Argentina.

Aseguró, repetidamente, tanto a preguntas del fiscal como de su defensa (las únicas a las que respondió), que la empresa siempre fue viable, como lo demuestra que un año después de salir del concurso «todos los acreedores ordinarios hayan cobrado el 100 % de su deuda» y que, tras «vaciarla» de todos sus activos (incluyendo barcos, patentes, recursos o personal) y pasarlos a Nueva Pescanova, esta haya desarrollado brillantemente su negocio en los casi siete años transcurridos desde la quiebra.

A preguntas del fiscal, negó que la apertura de una cuenta en Portugal, desde la que trató de traspasar cinco millones de dólares a Hong Kong, pretendiera ocultar dinero a la justicia (tanto él como su mujer están acusados de alzamiento de bienes). Aseguró, como luego corroboró su esposa, Rosario Andrade, que solo buscaban una mayor rentabilidad: «No es lo mismo un 1 % que un 7 %. Hay que rentabilizar el dinero que se tiene».

También ayer comenzó a declarar Alfonso Paz-Andrade, consejero delegado durante treinta años, además de accionista (llegó a tener un 5 %), que se enfrenta a doce años de cárcel. La sorpresa llegó al dar una versión discrepante de la de Fernández de Sousa sobre la reunión a la que este convocó, el 25 de febrero del 2013 en Madrid, a los accionistas de referencia. Además de calificarla de «intrascendente», Paz-Andrade negó que, como el expresidente aseguró, les hubiera pedido que aportaran 50 millones extra para afrontar la tensión de tesorería que generaba el retraso de la venta de Chile, que acabó precipitando el preconcurso.