Movilización en Santiago para luchar contra el abandono del rural

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO DE COMPOSTELA

ECONOMÍA

Sandra Alonso

Todos los sectores se juntan para reclamar un medio  productivo y compatible con el medio ambiente como única vía para fijar población y crear valor en un territorio azotado por una grave crisis demogrática

03 jun 2018 . Actualizado a las 15:24 h.

Agricultores y ganaderos, colectivos de caza y pesca, silvicultores, representantes del sector minero y eslabones de toda la cadena de valor de la madera, se han movilizado esta mañana en Santiago para luchar contra el que es, a su entender, el principal enemigo del medio rural: el abandono. Nunca hasta ahora se habían juntado asociaciones tan dispares, algunas con intereses enfrentados, lo que según los organizadores del la manifestación muestra la construcción de un camino nuevo, la defensa de un interés común, que es salvar el rural.

La convocatoria, cuyos promotores han desvinculado de cualquier causa partidaria e ideológica, busca concienciar a la sociedad gallega y al poder político sobre la necesidad de que sólo desde un rural productivo, que genere valor, y que sea respetuoso con el medio ambiente, es posible construir el futuro. Es decir, sin economía, hay abandono.  «Nós estamos aquí para darlle a voz ao rural; ate agora o espazo público, os medios, foron dominados por outras sensibilidades distintas á do medio rural», ha explicado al comienzo del acto, Manuel Iglesias, presidente del Clúster da Madeira e Deseño de Galicia. A la movilización han acudido organizaciones como la Asociación Forestal de Galicia, con Francisco Dans, su presidente, a la cabeza; el sindicato Unións Agrarias; y también representantes de industrias forestales, como Ence o Finsa, entre otras. Solo ha acudido por parte de los partidos, el PSdeG, con su portavoz parlamentario, Xaquín Fernández Leiceaga, pero nadie del BNG, ni de En Marea y, por supuesto, del PP, partido que gobierna la Xunta.

Los participantes en la movilización han recordado que la ausencia de agricultores y ganaderos, la ausencia de silvicultores, es decir, de población que hace una gestión natural del territorio, está empujada por el envejecimiento de la población y la falta de relevo, lo que hace necesario avanzar en la rentabilidad de las actividades vinculadas al medio rural. Es decir, crear valor. La manifestación, que ha reunido a cientos de personas por las calles de Santiago, ha concluido en la Alameda, donde se ha leído un manifiesto. «Por desgraza, todos os que viven afastados do mundo rural teñen demasiada influencia nas políticas públicas, e non sempre son as máis acertadas para os galegos e galegas dos pobos», sostenía. Precisamente antes de arrancar la manifestación, el presidente de Promagal, una asociación de productores de madera del norte de Lugo, alertaba de los problemas que está causando entre los propietarios forestales particulares la limpieza en las franjas de seguridad a ambos lados de cada carretera, diez metros a cada lado. Una obligación que, según Ramón Reimunde, es muy costosa e ineficaz es el caso de incendio, y que está obligando a propietarios forestales a asumir un gasto sobre un terreno improductivo, de ahí que abogase por la fórmula de la expropiación de esos terrenos para que la Administración gallega corriera con los costes. Según los cálculos de la Asociación Forestal de Galicia, habría en esta comunidad unas cien mil hectáreas afectadas, y el valor de esa madera a ambos lados de las carreteras, sería de unos 50 millones de euros. Pese a que los convocantes de la manifestación han insistido en que no se trataba de una movilización contra nadie, ni contra la Xunta, algunas voces de las organizaciones presentes sí han expresado su disconformidad con algunas de las políticas y decisiones adoptadas por Medio Rural. La movilización también se produce en un contexto particular para uno de los sectores llamado a jugar un papel clave en el futuro del rural: el forestal. Un momento en el que está todavía sin cerrar el Plan Forestal de Galicia, cuyo diseño ha generado desavenencias entre la Administración autonómica y los eslabones de la cadena de valor de la madera, una hoja de ruta todavía a debate, estratégica para la comunidad, y que se encuentra aún sin cerrar.