El rescate se acaba, la troika se queda

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

<span lang= es-es >En pie de guerra</span>. A lo largo de estos tres años, los portugueses no han dejado de clamar en las calles contra la dictadura de la austeridad impuesta por los hombres de negro.
En pie de guerra. A lo largo de estos tres años, los portugueses no han dejado de clamar en las calles contra la dictadura de la austeridad impuesta por los hombres de negro. MANUEL DE ALMEIDA < / span>efe< / span>

Portugal abandonará en mayo el salvavidas que pidió a su socios hace hoy justo tres años, pero sus ciudadanos tardarán años en borrar la huella que la austeridad ha dejado en sus vidas

06 abr 2014 . Actualizado a las 16:34 h.

El 17 de mayo de este año tiene un lugar reservado en la historia de Portugal. Ese día marcará el fin del rescate que pidieron nuestros vecinos hace hoy justo tres años. Nos falta por saber cómo saldrá el país del embrollo. Si la suya será una salida a la irlandesa: limpia de polvo y paja, sin ningún tipo de ayuda. O si, después de este rescate, vendrá otro blando: una línea de crédito a la que agarrarse si las cosas vienen mal dadas y no consigue financiarse por sus propios medios. El Gobierno todavía no ha dicho la última palabra. Se pronunciará «cuando lo considere oportuno», aunque su presidente, Pedro Passos Coelho, ha asegurado en varias ocasiones que no piensa pedir ni más dinero ni más tiempo para devolver el que debe.

Puede que Portugal, como pretenden sus dirigentes, consiga caminar sin muletas por la tortuosa senda de los mercados. Pero sus ciudadanos tardarán años en borrar la huella que ha dejado en sus vidas la troika. Ese tridente que conforman la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, que no ha dejado de restallar su látigo sobre las cabezas de los atribulados portugueses desde aquel fatídico 6 de abril del 2011.

Hogares más pobres

Un golpe casi mortal para la clase media. Bajo el reinado de la austeridad, los hogares lusos se han vuelto más pobres. La brutal escalada de impuestos, la eliminación de pagas extras a funcionarios y pensionistas, el hachazo a los salarios (públicos y privados) y la subida del IVA (hasta el 23 %), entre otras muchas y dolorosas medidas, los han puesto contra las cuerdas, asestando un golpe casi mortal a la clase media. Los acreedores no han tenido piedad. Y el del año que ahora corre es el tercer Presupuesto ultrarrestrictivo seguido que carga el Ejecutivo sobre las espaldas de los ciudadanos. El del 2012 les trajo la retirada de extras y una rebaja de salarios generalizada. En el 2013 tuvieron que apechugar con un aumento de los impuestos de difícil digestión. Y el del 2014 los ha sorprendido, entre otras cosas, con un nuevo tijeretazo al sueldo de los funcionarios que ganen más de 675 euros al mes.

La lacra del desempleo

El paro se extiende como una mancha de aceite. Y mientras los sacrificios se amontonaban en el altar de la diosa austeridad, el desempleo se colaba por todos los rincones del país. En el 2010, antes de que los mercados les pusieran la soga del rescate al cuello, el paro afectada al 10,8 % de la población activa. Ahora, esa cifra se eleva hasta el 15,3 %. Y, antes de la crisis, era un país acostumbrado a bregar con tasas de alrededor del 7 %.

El PIB, que entonces crecía a un ritmo del 1,9 %, lleva ahora tres años cayendo. En el 2011 se contrajo un 1,3 %; al año siguiente, el tropiezo fue de más del doble (3,2 %); y en el 2013 sufrió una merma del 1,4 %. Tres interminables años de recesión, que se han comido buena parte de las rentas de las familias.

La dentellada de la austeridad se ha dejado sentir en todos o casi todos los hogares. Así lo admite la propia Comisión Europea en un informe. Y dice el FMI que la pérdida media de renta disponible que han sufrido, solo hasta el 2012, es de casi el 7 %. A pie de calle, la sensación es otra. A los portugueses, ese cálculo se les antoja poco certero.

Cal y arena

El déficit encarrilado, la deuda disparada. Entre tanto, la deuda pública se ha disparado desde el 94 hasta el 128,7 % del PIB. Menos mal que el déficit parece encarrilado. El agujero de las cuentas públicas se achicó en el 2013 hasta el 4,9 %, seis décimas por debajo del objetivo marcado a fuego por la troika. Este año hay que bajarlo al 4 %. Y, menos mal también, que la temida prima de riesgo se ha relajado. Los bonos portugueses a diez años se pagan ahora en el mercado secundario (aquel en el que negocian los títulos ya emitidos por los Estados) al 4 %, lejos del 9 % al que cotizaban en abril del 2011. Y la brecha con sus homólogos germanos se ha reducido a la mitad, desde los algo más de 500 puntos del momento del rescate, un abismo que llegaría después, en el 2012, hasta los 1.200.

Tensión social

A los pacientes portugueses se les ha acabado la paciencia. Tantos han sido los golpes y tan pesada la oleada de recortes, que a los pacientes portugueses se les ha terminado por acabar la paciencia. Durante meses han inundado las calles del país para clamar contra unos gobernantes sometidos al dictado de los acreedores internacionales («con gusto», en palabras de Passos Coelho, fiel seguidor de las tesis alemanas). «Que se joda la troika» fue el contundente eslogan que eligieron para la multitudinaria protesta que en septiembre del 2012 congregó a cientos de miles de personas en Lisboa y en otras ciudades de Portugal y del extranjero (estas últimas con importantes comunidades emigrantes lusas) para exigir el fin de la dictadura del tridente.

Ahora, las manifestaciones ya no son tan numerosas ni están tan pobladas. El hastío y la desesperanza han cundido entre la población lusa, harta ya de tanto zarandeo.

El azote del Gobierno

La mano amiga del Constitucional. Durante estos tres amargos años, los portugueses no han encontrado quién les tienda la mano. Las únicas alegrías les han llegado de su Tribunal Constitucional. El único que no se ha sometido a los dictados de la diosa austeridad. Hasta cuatro veces le han aguado la fiesta al Gobierno sus 13 jueces, echándole por tierra sus decisiones, y obligándolo a recalcular la ruta. Lo hicieron con la eliminación de las extras de funcionarios y pensionistas (dos veces: en el 2012 y en el 2013), otra con una ley que recortaba los derechos laborales de los empleados públicos y una cuarta con la pretensión de rebajarles la pensión a los funcionarios jubilados.

Troika para rato

Los hombres de negro no se van. Pero, si alguien piensa que con el adiós al rescate llegará el de los hombres de negro, se equivoca de plano. Los expertos del tridente seguirán visitando Lisboa, y no precisamente de vacaciones, dos veces al año hasta el 2035, hasta que les hayan pagado el 75 % de lo que les deben.