Cuando solo eran atisbos/barruntos

ECONOMÍA

11 ago 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Aquel agosto del 2007 estábamos muy lejos de sospechar que el mundo que conocíamos no tardaría en experimentar cambios dramáticos. Pero es verdad que en aquel momento hicieron aparición algunas patologías que habían estado ocultas durante el largo período de expansión y que, notablemente incrementadas, no dejarían de acompañarnos en los años sucesivos: el miedo, la desconfianza, la aprehensión ante el verdadero estado de los sistemas financieros. Porque fue entonces cuando se percibió la realidad y magnitud de los productos financieros altamente tóxicos que los mercados habían comercializado como de alta calidad; recuérdese que las supuestamente infalibles agencias de calificación habían otorgado la triple A a más del 80 % de las hipotecas subprime. Este dato nos sitúa en el centro del problema del que por entonces comenzamos a ser conscientes: que los mercados de capitales eran de bastante mayor dimensión, y mucho menos racionales y transparentes de lo que Alan Greenspan y otros nos habían hecho creer.

Aunque la crisis financiera cambió radicalmente su escala un año después a raíz del accidente de Lehman Brothers, durante esos meses iniciales se pudo ver ya la espiral perversa que siempre se produce al explotar las burbujas, con su cadena de insolvencias, caída de precios de activos y quiebras bancarias. Incluso se observaban ya algunos efectos de contagio internacional, sobre todo en dirección a Europa.

¿Cómo imaginar entonces que unos años después la gran crisis iba a ser sobre todo un asunto europeo? Recordar el fiasco de las subprime en el 2007 desde la perspectiva de ahora mismo nada tiene de pasatiempo inútil; al contrario, sirve para tener bien presente que el origen de los continuados desastres que vivimos está en los mercados financieros desregulados (y no en los excesos de la deuda pública, como a veces se nos hacen creer). Y también para observar con preocupación que, cuando a todas horas se habla de reformas, la más necesaria y genuina, la que afectaría a esos mercados en Estados Unidos y Europa apenas ha tenido lugar, por lo que nuevas burbujas y nuevos fiascos podrían estar gestándose.