Las bolsas se desplomaron y las primas de riesgos de Italia y España se dispararon
02 nov 2011 . Actualizado a las 11:06 h.Si hay algo que ha dejado claro esta crisis es que siempre está dispuesta a empeorar. Y de qué manera.
Por si no había ya bastante con los innumerables flecos que colgaban del acuerdo alcanzado en la madrugada del jueves en Bruselas, Grecia, el origen de casi todos los males de la eurozona, se ha encargado de enfangar todavía más las cosas. Aquel pacto anunciado a bombo y platillo como la solución definitiva (otra más) por los líderes europeos hace menos de una semana hace ahora aguas por todas partes.
Y todo porque el primer ministro heleno, Yorgos Papandreu, ha decidido someter a la voluntad de los ciudadanos lo acordado. Un órdago en toda regla que puede acabar dinamitándolo todo y con el país heleno fuera del euro.
En manos helenas
Porque de Grecia depende todo: la recapitalización de los bancos, el fondo de rescate y la quita pactada para la deuda griega. Todo está relacionado entre sí. De la pérdida de valor que se aplique a los bonos helenos depende el nivel de recapitalización que se le exija a los bancos y de esta, el tamaño del fondo. Y todo está ahora en el aire.
Con su decisión, anunciada el lunes tras el cierre de los mercados, Papandreu ha conseguido que el destino del complejo entramado que alumbró la cumbre del jueves esté en manos de los griegos. El primer ministro heleno busca legitimidad dentro de sus fronteras y mayor poder de negociación fuera de ellas, pero a saber con lo que se encuentra. Los griegos no están para más sacrificios.
Para empezar, la convocatoria del referendo sembró ayer el pánico en las bolsas y los mercados de deuda. Cuando Europa cerró sus puertas, el Ibex 35 mostraba una herida del 4,19 %, pero al menos conservaba los 8.500 puntos, nivel que llegó a perder de vista en los peores momentos del día, cuando el descalabro superaba el 5 %. Mucho peor parada salió la Bolsa italiana, a la que la oleada de ventas le costó un 6,8 % de su valor. El día tampoco fue precisamente un camino de rosas para Atenas, que se dejó un 6,9 %. París perdió un 5,38 % y Fráncfort, un 5 %. La mejor fue Londres, que limitó su retroceso al 2,21 %.
La banca, mal parada
Y, como no podía ser de otra manera, el incendio provocado por Papandreu se cebó con los bancos. Con unos más que con otros. Los españoles aguantaron mejor la presión que el resto. Y eso que, según lo acordado en Bruselas, son los que más capital precisan sin contar a los griegos. Mientras que en casa el Santander y el BBVA se dejaban un 4,76 y un 3,99 %, respectivamente, Société Générale bajaba más de un 16 %, y el Deutsche Bank, casi un 8 %. El algodón, que no engaña.
Pero donde mejor se pudo palpar la tensión de la amenaza que supone que Grecia ponga aunque solo sea un pie fuera del euro fue en los mercados de deuda. Allí, los que más sufrieron fueron los bonos italianos y españoles. A nadie se le escapa que Italia puede convertirse en la siguiente en caer. Pero tampoco que España iría inmediatamente después. Si eso ocurre, sería el fin del euro.
De ahí que se suponga que ni Berlín, ni París, ni el Banco Central Europeo (el único que tiene en estos momentos en sus manos un arma efectiva contra el contagio: la compra de deuda pública) vayan a dejar que las cosas sigan yendo tan lejos. Sea como fuere, ayer la prima de riesgo de Italia marcó un nuevo récord por encima de los 450 puntos y la española sobrepasó los 380.