El Octavio, en el diván

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Oscar Vazquez

La plantilla del conjunto vigués puso en común sus miedos y se conjura para resucitar

07 mar 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

Sin saber muy bien cómo, el Academia Octavio se ha metido de lleno en una dinámica negativa que le ha enviado a la séptima plaza de la clasificación. Una zona que, a principios de temporada, era impensable para un club como el académico, cuya hoja de ruta estaba diseñada para regresar a Asobal el próximo curso.

Cuatro derrotas consecutivas -ante Barcelona B, Pozoblanco, Zamora y Antequera- han rezagado al equipo en la Liga, pero sobre todo han sacado a relucir dudas y miedos. Las sensaciones que el Octavio refleja sobre la pista están cargadas de nubarrones, por lo que Quique Domínguez, en su intento de quitar lastre al equipo, programó el martes una sesión de terapia conjunta. Durante dos horas se reunió con todos sus jugadores, lesionados incluidos, para desahogar, poner en común los temores y preocupaciones y que cada jugador aportase su punto de vista respecto a lo que sucede al equipo.

«Antes de empezar puse dos condiciones, la primera era que todo el mundo tenía que hablar, y la segunda era que la sinceridad tenía que ir por delante», cuenta Quique. El resultado fue un diagnóstico preciso y común en el que sobre todo se habló de la falta de confianza. «Cada jugador lo expresaba de una manera, unos decían que se sentían bloqueados, otros que no estaban disfrutando sobre la pista, otros que jugaban agarrotados y angustiados. Fue una reunión muy constructiva». Diferentes maneras de expresar la misma idea: El Octavio estaba siendo víctima de la presión, y la mente estaba pesando más que las piernas y los brazos.

Diagnosticado el problema, jugadores y cuerpo técnico decidieron que había que buscar soluciones. Y la primera es olvidarse de la clasificación. «Compartimos la idea de que ahora tenemos que olvidarnos del ascenso, sacarnos la presión de encima y centrarnos en recuperar las buenas sensaciones. Tenemos que relativizar. Pensar que esto, al fin y al cabo, no deja de ser un deporte». El equipo se ha conjurado para salir adelante y volver a disfrutar del balonmano, pero ahora la prioridad es que el discurso no se quede solo en buenas intenciones.

Repaso diario

De la tormenta de ideas del pasado martes el Octavio ha extraído conclusiones, y también algunas pautas de trabajo. Entre ellas, la pequeña puesta en común con la que Quique Domínguez comienza ahora las sesiones de trabajo. «Antes de comenzar hablamos un poquito y prestamos atención a un diagrama en el que hemos puesto algunos puntos importantes». Fortalecer más que nunca la unión del vestuario o reforzar las cosas positivas que el equipo sigue haciendo son algunos de los puntos que recoge el guion del equipo. Todo, para recuperar mentalmente a una plantilla que no está dispuesta ni a hablar de las bajas.

«No queremos excusas, es cierto que las lesiones nos han afectado desde que comenzamos la temporada, pero ahora lo que nos está pesando es la presión mental, no las ausencias», considera Domínguez. El técnico confía en que la conjura del equipo dé sus frutos, aunque advierte que «esto no cambia en un día».

Mañana, en casa del Erentza, el colista, el Octavio volverá a la pista. Lo hará peleando por dos puntos, pero sobre todo luchando contra su propia angustia. Esa que en As Travesas se agudiza, pero a la que quieren poner coto. Los fantasmas están identificados. Ahora intentarán deshacerse de ellos.

«Ahora tenemos que olvidarnos del ascenso, sacarnos la presión y recuperar buenas sensaciones»

Entrenador del Octavio