«La suerte» de Capdevila

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

El campeón del mundo dedica en una autobiografía atípica que saldrá en Navidad un amplio espacio a su etapa en el Deportivo y se define como un coruñés más

16 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Yo no me veía con suficiente historia futbolística como para tener un libro. Solo los escribían los grandes. Además, eso es para cuando uno se retira. Después empecé a ganar cosas con la selección, analicé lo vivido y pensé: al menos mis amigos y mi familia lo comprarán. Me da rabia no contar el final de mi carrera, pero si hace falta escribimos otro».

El exdeportivista y campeón del mundo Joan Capdevila, de la mano de la autora Alma Marín, publicará en Navidad La suerte, once capítulos con prólogo de Vicente del Bosque y que Joan querría haber titulado «Los malos también llegan». Es decir, su autobiografía, el retrato de un futbolista atípico por su propia concepción de sí mismo («la suerte me ha tocado con una varita mágica, parece ayer cuando volvía de Sudáfrica y me da casi vértigo darme cuenta de lo afortunado que soy») y de su fútbol («yo te paso la pelota, pero tú bajo ningún concepto me la devuelvas», les decía a Mauro Silva y a Xavi). Estos son algunos retazos de La suerte de Capdevila.

el «noi» de tárrega

El sacrificio del niño

Muda de chaval ilusionado a joven profesional: «De niño, montaba partidos ficticios en el pasillo de mi casa. Fingía lesiones y todo. Mi padre me vendaba la pierna y tenía que cumplir unas horas de recuperación, como los futbolistas de verdad. De mi primera etapa recuerdo a Paco Marín, que me llamó la atención por ir a entrenar con las manos en los bolsillos. Nunca lo volví a hacer. A cierta edad se hace difícil y debes de tener muy claro que quieres dedicarte al fútbol. Las fiestas no son compatibles», añade.

el periquito, en neptuno

El primer paso, hablar español

Fueron duros inicios: «La llegada al Espanyol supuso un gran cambio, no solo por la ciudad y estar lejos de mi gente; la exigencia era mayor y, además, tenía que hablar en castellano. Parecerá una tontería, pero me costó bastante al principio; yo siempre había hablado catalán». Tras una mala salida del club y su aterrizaje en un Atlético que acabó descendiendo e intervenido judicialmente, por fin, Galicia: «En el paquete que le ofertaban al Deportivo de Valerón y Molina por suerte entraba yo. Meigas».

é un de nós, meu

Morriña

Galicia le marcó: «Estuve como en casa siete años, sintiéndome un gallego más. A Coruña tenía encanto especial. Al principio pensaba que se acababa el mundo o algo así; estuvo lloviendo seis meses seguidos. Sin ver el sol. No me lo podía creer. No era consciente de que estaba en Galicia y que funcionaba así».

Un equipo imponente

«El Dépor tenía un vestuario que imponía mucho. Llegar el primer día y encontrarte con Fran, Donato, Mauro Silva era algo increíble», escribe. «Conocí a uno de mis mejores amigos, Litos. Y no imagináis lo que supuso que Tito me dijese que iban a ponerle mi nombre a una peña», concluye.

Irureta, un abuelo

«Viví momentos muy buenos cuando nos codeábamos con los grandes. Pero todo lo que sube, tiene que bajar. Cambiaron muchas cosas con la marcha de Irureta. O quizá él se fue porque las cosas ya estaban empezando a cambiar. Era como un abuelo para nosotros, con esa benevolencia extra que no tienen los padres», asegura.

genio y figura

Fan de Barricada

Siendo ya un reconocido deportista, conoció a los roqueros: «No me preguntéis cómo, pero tras un concierto en Ares aparecimos en el camerino. Estaba muy nervioso por ver a mis ídolos musicales en persona. No me lo podía creer, después de tantos años. Me regalaron una púa de guitarra, mi amuleto».

Conclusión

Un tío normal

«El fútbol algún día se acabará y yo seguiré siendo fan, pero ya no ídolo. Me siento raro cuando alguien se presenta como fan mío. Los ídolos son personas grandes, dignas de ser admiradas y seguidas. Yo soy un tío normal». Palabra de Joan Capdevila.