El molino de viento de A Gramela pide suelo en A Coruña: «O muíño é do barrio, ten que volver»
VIVIR A CORUÑA
La librería O Galgo Azul puso en marcha este jueves un taller de la memoria vecinal dedicado a esta infraestructura, desmontada en 1984 y guardada desde el 2013
26 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.A Coruña, dada su particular configuración, es un municipio apretado, pero que todavía se estruja más en barrios como el Agra do Orzán, el de mayor densidad de población. El desarrollismo del siglo pasado encontró hueco en este vecindario. Levantó bloques y más bloques —ante una población que abandonaba lo rural— y se llevó por delante, en el 84, un molino de viento. Esa edificación que Cervantes convirtió en gigantes en Castilla, pero que aquí se los llevó el viento. La librería O Galgo Azul (Gramela, 16) comenzó el jueves un ejercicio colectivo que busca significar el molino, recordarlo e impulsar su vuelta.
La del jueves solo fue una primera toma de contacto. El proyecto de la librería busca que el barrio vuelva a sentir la presencia del molino, aunque ya no esté. Otras iniciativas que vendrán más adelante tienen que ver con la poesía o la pintura. «A idea é crear murais en distintas paredes do barrio, realizados por artistas locais, a partir de fotos históricas e relatos. A idea é que eses murais formen un percorrido que permita reinterpretar a historia do muíño e, de paso, crear unha especie de galería urbana que atraía visitas», explica Juan Rodríguez, copropietario de la librería. «Tamén queremos colaborar con panaderías del barrio para repartir poemas junto con el pan. Queremos vincular poesía, pan y memoria», añade Leonardo Casado, la otra pata del Galgo Azul.
Con este compromiso, apoyado por la Diputación de A Coruña, este establecimiento busca recordar el molino y, de paso, hacer barrio. Sin embargo, es una propuesta que también sirve para tener presente el pasado de toda la ciudad. «Os muíños de vento da Coruña están documentados desde o século XVI», explica Begoña Bas, doctora en Xeografía y que también colaborará en el proyecto de O Galgo Azul. Actualmente, solo queda la edificación de Margarita, pero en la ciudad había sendos molinos en el entorno del ahora parque, antes monte, pero también en otras zonas elevadas de la ciudad como Monte Alto.
Esta apuesta coruñesa por los molinos tiene su explicación en la actividad portuaria de la ciudad. «Os muíños de vento da Coruña si que tiveron unha transcendencia maior ca noutras zonas de Galicia, porque A Coruña contaba cun comercio de grans importante e cunha gran actividade portuaria, con buques que precisaban abastecerse de fariña para alimentar as tripulacións». Un negocio, por tanto, de nivel que también explica la propiedad de los molinos, diferente a lo que sucedía en las zonas rurales. «Os construtores e promotores eran empresarios ou comerciantes moi importantes dentro da cidade», explica. Así, el Ayuntamiento de entonces contaba con ordenanzas que reglaban, por ejemplo, las moliendas.
La vuelta del molino de A Gramela
La asociación de vecinos del barrio ya mostró en los ochenta su preocupación por el desmantelamiento del molino. «Moito nos tememos que o ser destiño sexa similar ao do que foi o seu irmán xemelgo, o muiño do monte Santa Margarita, hoxe convertido en palomar», recogió este periódico un 18 de abril de 1984. Fue un vaticinio que se quedó corto: mientras que la edificación del parque estrenó su última rehabilitación este año, el de A Gramela está guardado.
Fuentes del Concello de A Coruña confirman a La Voz que los restos de la estructura siguen en el almacén municipal de Bens. Fueron colocados allí en el 2013 después de una larga estancia en Santa Margarita. Antes, poco después del desmantelamiento, las piedras se numeraron —como se hace con los monumentos para su traslado—, pero se desperdigaron por el parque al albur del musgo.
Esta realidad ya es una pena. Sin embargo, Begoña Bas cuenta que durante el desmantelamiento se llevaron por delante la estructura que circundaba el monolito. «Cando pensamos en muíños de vento, pensamos únicamente na torre, sen embargo, este tiña as características típicas dos muíños de vento da Coruña, que era unha plataforma circular de considerable altura sobre a que se erguía a torre no centro», afirma.
Una posible nueva vida en el parque del Observatorio
A pesar de este panorama, la esperanza de los vecinos del Agra en estos momentos es doble. Primero porque mantienen la esperanza de que se reconstruya el molino, una demanda histórica, y se instale en el parque do Observatorio, otra de las peticiones esenciales de los vecinos del barrio más denso de A Coruña. «O muíño é do barrio, ten que volver, a ver si no parque do Observatorio», dice Flor Antelo, presidenta de la Asociación de Vecinos Agra do Orzán.
Sobre el primer reclamo, este medio no ha encontrado respuesta por parte del Ayuntamiento. El segundo, en cambio, parece que esta vez está más encaminado. A finales del pasado mes de agosto comenzaron, por fin, las obras previas para el futuro parque. La alcaldesa, Inés Rey, recordó en ese hito que «a creación dunha grande área verde na Agra é unha demanda que xa vén de lonxe e, ademáis, é fundamental e totalmente razoable. A configuración urbana do barrio, un dos máis compactos da cidade, esixe gañar espazos públicos e contar con superficies de lecer máis osixenadas, abertas á cidadanía».
Este avance se produce después de que el Ayuntamiento obtuviera en junio la concesión demanial de los terrenos de la Aemet en el Observatorio. La nueva área verde no solo se sustenta sobre las dos superficies cedidas por el Estado al Ayuntamiento, sino que se completará con la cesión gratuita de más de 3.000 metros cuadrados de una parcela colindante al parque, el antiguo solar de las Adoratrices.