Con las grandes superficies y la burocracia en contra, el comercio tradicional va capeando la crisis. «Los sueldos son bajos, no hay dinero y sí mucha competencia», apunta el comerciante. Por eso entran actrices en los escaparates y surgen proyectos depurados de autoempleo. Todos concuerdan en que hay que mejorar la competitividad, especializarse, cuidar la atención, mirar al entorno, si es posible llegar al extranjero, innovar, profesionalizarse, estar preparados para la liberalización total de horarios, trabajar en la movilidad urbana, los accesos y el aparcamiento... Y resistir. «La moda de los centros comerciales ya está pasando -afirma Domingo Barba-. ¿Cómo se divierten y compran los jóvenes hoy? Así, no. Viajan y compran por Internet. Ya hay empresas que están dejando las grandes superficies. Costear la luz, la calefacción, el párking, los baños y todo lo demás ya no compensa».