Jorge Espasandín, tercera generación del café La Dársena de A Coruña: «Amancio Ortega ya era cliente antes de crear su imperio»

A CORUÑA

CESAR QUIAN

El histórico establecimiento de O Parrote, que cumple 80 años en el 2024, tiene como uno de sus productos estrella el café con hielo preparado en coctelera

01 ene 2024 . Actualizado a las 11:43 h.

Es algo más que un café. En el 2024 cumple 80 años de solera. «Un cliente que le gusta la historia me ayudó a indagar en el registro municipal. La primera referencia es de 1944 y se dice que era una taberna, Pero antes, por algunas cosas que fueron apareciendo, habría sido un taller de carruajes y embarcaciones», relata Jorge Espasandín Fernández, tercera generación de la familia que es la actual propietaria del mítico café La Dársena en O Parrote, la esquina donde mejor se aprovechan los rayos de sol. El abuelo de Jorge se hizo cargo del negocio a principios de los ochenta, antes lo regentaba Antonio, de origen zamorano, y le compró el bajo a los Molina. A punto de cumplir ocho décadas, Jorge se encarga del turno de mañana y su padre, del de la tarde. Los fines de semana se los van repartiendo. Charlamos el miércoles a las dos de la tarde en una de las mesas del local. Cada vez que entra un cliente interrumpimos la entrevista. Me entretengo viendo las fotos que está haciendo el fotógrafo Pedro Puig de los clientes habituales del local. «Los hay que vienen todos los días. Incluso una señora, Merceditas, se desplaza desde Santa Cristina ex profeso. El escritor Manolo Rivas conoció a las tres generaciones y nos mencionó en dos libros. Amancio Ortega ya era cliente antes de crear su imperio. Es de las mejores personas que conozco en esta acera», destaca Jorge. 

Bodas y danesas

A sus casi 80 años el café La Dársena puede presumir de un fecundo pasado y de un prometedor futuro. «Aquí se llegó a celebrar alguna boda y precisamente en una estaba Amancio Ortega y su hermano Antonio entre los invitados. En el altillo [señala una parte ahora en desuso que está encima de la barra] hubo un billar que algunos clientes recuerdan. Y hasta se celebró alguna que otra fiesta de Fin de Año, pero siempre con mi padre vigilante en la barra», recuerda. Ahora les piden el local para campañas y sesiones fotográficas de Inditex o para rodajes como el de Código Emperador, producida por Vaca Films. «Además de gente conocida hay otro tipo de clientela muy curiosa. Por ejemplo, aquellas chicas danesas que se habían quedado un invierno en su barco en el Náutico. Sigo en contacto con ellas y te das cuenta del valor que le dan en otros países a este tipo de negocios. Se fueron con la idea de montar en Dinamarca una réplica de La Dársena», asegura. 

Café con hielo en coctelera

Como les decía, es un negocio con mucho pasado y que cumple los 80 en plena forma. «Estoy deseando que se jubile mi padre. Se puede decir que yo me crie aquí. Incluso cuando era pequeño me castigaban con venir al bar a ayudar. Cuando acabé los estudios quería preparar oposiciones a policía, pero un camarero cogió una baja y mi padre me quitó de la cabeza la idea de opositar», recuerda Jorge de 36 años, casado, sin hijos, aficionado a practicar deporte y que tiene como propósito para el 2024 iniciarse en el mundo del surf. Sabe que cuando se quede solo al frente del negocio va a tener que trabajar más y asumirá una mayor responsabilidad, pero tiene cantidad de ideas relacionadas con el emprendimiento. «En el futuro en La Dársena habrá una oferta de desayuno más completa, brunch, merchandising vinculado a la solera del local, presencia en redes sociales... Sin cambiar nada y manteniendo el espíritu del negocio, creo que se pueden hacer muchas cosas», avanza. El pasado, el presente y el futuro van de la mano en este espacio maravilloso donde el café, de Cafés Lúa, está delicioso. Pero lo más demandado no es el café normal. «Nuestro producto estrella es el café con hielo hecho en coctelera. No existen muchas cafeterías que lo hagan así y es muy demandado», confiesa Jorge. Son las tres de la tarde y se ve por los ventanales que empieza a llover. «Llegamos a tener 40 mesas en la terraza, pero ahora muchas menos», sentencia.