Silvia Rodríguez: «Desde que estoy confinada adelgacé un poco»

A CORUÑA

Le fue enganchando el deporte casi a la misma velocidad que la arquitectura dejaba de ser una prioridad

12 abr 2020 . Actualizado a las 23:43 h.

Iba para arquitecta y ahora es entrenadora personal. «Que conste que el tema de la arquitectura es algo que me sigue interesando, pero me gusta lo que hago», reflexiona Silvia Rodríguez Brea. Cumple 30 años dentro de un mes y es de Carral, tierra de un pan y una empanada que seguro que ella ni prueba. «Te equivocas. Enfrente de mi casa, en la calle Rubine, está la tienda O Artesano que vende pan de Carral y suelo cogerlo. Me gusta comer sano y evitar cuantas más grasas mejor, pero al menos una vez al mes me tomo una pizza. Como normal, pero sin pasarme en nada. Todo en exceso es malo», comenta. Charlamos el Jueves Santo a las cuatro y media de la tarde. A las cinco imparte una clase a una clienta. «Es de rehabilitación a una mujer que se rompió la tibia y el peroné esquiando», confiesa. Es una de las muchas formaciones a distancia que dirige desde que se decretó el estado de alarma. «El primer día hablé con todos mis clientes y el lunes ya estaba entrenando vía Skype, WhatsApp o lo que sea. No les cobro nada, pero es una forma de estar activos. Tengo todas las tardes cubiertas con clases individuales. Por las mañana también me comprometí algunas horas y el resto del tiempo lo dedico a entrenar yo en casa. «Entreno más ahora y adelgacé un poco desde que estoy confinada», asegura tras cuatro semanas sin salir de su domicilio.

Con vistas al mar

Llegó al mundo del deporte desde el baile. Dominaba la salsa y la bachata. «Entonces se me ocurrió apuntarme a un curso de aerobic y step, que estaban muy de moda. Al principio lo hice como desahogo de los estudios y, poco a poco, empecé a introducirme en el sector de los gimnasios dando clases de sustitución. Era una formar de liberar el estrés de la carrera», asegura. Le fue enganchando el deporte casi a la misma velocidad que la arquitectura dejaba de ser una prioridad. «Lo dejé por el deporte. Me formé en distintas modalidades. Empecé con la de técnico en Actividades Físicas y Deportivas, después en entrenamientos personales, pilates, hipopresivos, quiromasaje…», relata. Hace unos meses montó su propio negocio al que bautizó con un nombre cuanto menos curioso, Objetivo sanamente. «Mi idea es que la gente se imagine lo que hacemos. No es un centro para gente que se va a machacar al gimnasio, pero tampoco un sitio para venir de paseo. Puedes ser una persona que prepara oposiciones a policía, como tener 70 años y querer encontrarte en un estado más saludable, o un ciudadano que solo pretende bajar de peso. Si tu mente está bien, el cuerpo también», sentencia. «Un cliente deja de serlo y empieza a ser un amigo al que le das apoyo psicológico porque te cuenta su día a día… Ah, y contamos con dos salas de masajes», informa sobre su centro deportivo ubicado en Rubine 14 con entrada también por Barrié de la Maza. «La gente está encantada con las vistas», apunta.

Pasión por el «bosu»

Asegura que no solo ella perdió peso estos días. «Tengo varios clientes que adelgazaron. Son profesionales que comen mucho fuera, que viajan y que les cuesta mantener unas rutinas que ahora están consiguiendo. Muchos me dicen que se quitaron de postres que tomaban por ahí». Dice que el hecho de estar ella en forma es una manera de motivar a los clientes. «Hay que dar ejemplo», afirma. Está casada y no tiene hijos. Su pareja, Luis, está al frente de la tienda Pucheros de la calle Padre Feijoo. «Cuanto mejor material de cocina tengas más saludable va a ser la comida», sentencia. Dice esta carralesa que ver cómo le cambia la cara a una persona que había entrado fatal es una satisfacción. «Quitando este parón, estoy contenta. Ya hacíamos servicios a domicilio y ahora uno de mis objetivos es mejorar la plataforma on-line sirviéndonos de la experiencia de estas semanas», avanza esta apasionada del bosu, esa semi esfera que está en todos los gimnasios. «Los clientes la suelen odiar, pero a mí me parece súper versátil». Silvia tiene claro lo que quiere hacer cuando se termine la pesadilla del coronavirus. «Estar al aire libre y abrazar a la gente que echas de menos».